Es de día que aparenta la tarde a la noche
una calle ruidosa del gran alboroto de todos
de entre esa confusión que impregna
cada esquina de sus más acusados
y diligentes propiciadores,
una niña cruza descalza la pista
y llega al otro extremo,
donde sus padres.
Ellos guardan la moda que ella tiene
una bata blanca y simple.
Los progenitores se encuentran curiosamente
dentro de una casa que en vez de tener puertas
un conjunto de barrotes limitan el espacio
entre afuera y adentro.
La niña coloca su rostro
pequeño y blanco en medio
y cada mano sostiene un barrote,
los padres miran hacia arriba
y quietos imitan a María,
la virgen de las capillas.
Ahora ya mayor
no hay calles en su tiempo,
los elementos que contienen su vida:
un ambiente azul
y escalones que van abajo
como caracol de molde.
El poeta sin tocar la promesa de nunca irse,
es crucificado con la misma bata blanca
que de niña ella recuerda.
El poeta mira hacia arriba
¿Es que olvidó la invitación que se le hizo?
¿Se le tejió acaso para el corazón
un abrigo que no le permite creer que está allí?.
La niña ya mujer
lo contempla un rato,
y en una profunda inspiración
gradúa su cabeza en bajada,
toma sus piernas en acción de descanzo.
La niña, no mira más al poeta…
Autor: Angelus…