No tengo equipaje, ni billete, ni necesidad,
no hay dirección, ni siquiera deseo, ni un primer tren.
Un silbato que da la salida hacia ninguna parte,
y un adiós no escuchado, no pronunciado.
Persigo el rastro impoluto que nunca me dejaste ver,
atravieso montañas nevadas de tiempo
mientras caigo hacia atrás, bajo tu manto,
entrechocando piedras hacia el horizonte azul.
Aparto estrellas, busco un lugar nuevo,
mejor que las mentiras que bostezan en la cruz,
quizás odie su recuerdo, quizás te odie a ti
porque no estás clavada en ella.
Huyo de la justicia, de la mía y de la de todos,
de las leyes de un poder caduco,
avanzo sin volver atrás la mirada,
llamo al silencio gris, rotos mis ojos,
y al fin, sólo quiero vida. Vida, vida…
Y vuelve la vida a encarrilar a los descarrilados
y el silencio gris lo rompen los ruidosos…
Quien pudiera escapar de la vida y vivir..
Vida. Precioso poema a la vida de quienes la viven con intensidad. Me ha llegado al alma. Asumo tu poema como una inspiración rotunda. Muy bueno, compañero.
Un silbato nos da la salida y de pronto nos vemos corriendo hacia ninguna parte. Preciosa descripción de la incertidumbre, la soledad, la ignorancia de lo que nosotros llamamos vida; un camino oculto en conceptos y respuestas y visible en formas y cuestiones.
Un beso muy grande y gracias por seguir escribiendo. 😉