Villa o Slada.

Cuerpo a cuerpo y sin mentiras. Villa o Slada no son enemigos de importancia para mí. Ni Villa ni Oslada van a frenar mi carrera hacia la cima. Vengo de la Cima y volveré a la Cima. Ni Villa ni Slada me van a frenar el ascenso. Ninguno de los dos me preocupa en absoluto. O quizás sean la dos caras de un mismo rival. No importa. Todos los “guaperas” que se parecen a “Roberto Alcázar” siempre me parecen lo mismo: solapados falangistas que buscan ligar con las más inocentes. Pero yo no estoy para embustes ni subterfugios. Una vez que María Jesús se fue a otro destino prometí que volvería para medirme contra él. Supongo que las medidas de cada uno son el reflejo de la conducta de cada uno. Por eso voy a volver.

Cuerpo a cuerpo y sin mentiras. He vuelto ante el asombro general. Magro sigue siendo tan magro como siempre aunque su cuerpo ya no está para ciertas aventuras. Yo sigo con mis aventuras de “Rocky” derribando rivales. Villa o Slada, o las dos caras de un mismo personajillo, no son rivales para mí. Mido la distancia. Observo sus movimientos que parecen salidos de un tebeo de “Mandrake” aunque sigo insistiendo en que es un “Roberto Alcázar” nada más. Su águila imperial no me produce ni el más mínimo nerviosismo. A mí ciertos rivales sólo me producen desgana pero lo tengo que derribar.

Sube al escenario con risa de victorioso; pero el combate no ha hecho nada más que comenzar. Dispara su gancho y le engancho con una contra en medio del silencio. Le he dejado hecho polvo con lo de “María Teresa pon la mesa”. Y comienza en baile general. Lanza sus andanadas que se pierden en el vacío de mi indiferencia. Completo el asalto con la agilidad de quien lleva ya muchos golpes de ventaja: “Teresa, pon la mesa; Isabel, pon el mantel; Juana, las cucharas; señoritos, a comer”. Villa o Slada, o el mismo rival con las dos caras falsas al mismo tiempo, se desconcierta ante el concierto de un grupo de chavalas que desfilan por mi mente. Él busca y no encuentra. La que de verdad me importa no puede ser descubierta ni por Villa ni por Oslada. Se desespera. Se descompone. Se despeina. Busca la ayuda de Pedrín pero Pedrín ya fue abatido algunos años antes con lo del Deportivo Olímpico destrozando al Estrella. Para eso sirven los de las dos caras. Para no poder resistir ni tan siquiera una sonrisa. Y, amargados por la derrota, oculta la que quiero yo que permanezca oculta porque es la más interesante de todas en aquellos momentos de plenitud, Villa o Slada o el mismo personaje con dos falsas caras a los “Roberto Alcázar” sin Pedrín… se marcha lejos… muy lejos… a un lugar de Aragón para esconder su vergüenza.

¡Vaya carrera que llevas, tío! Y me envuelvo en el conjunto de mis sonrisas porque no ha sabido, nunca jamás, cuál era mi táctica a la contra con la que he tapado a la más interesante del momento. Momento para enmarcar en la Sala de los Trofeos conquistados a base de moral. Y es que de moral este Villa o este Slada está totalmente carente. Por eso su personalidad no pasa de ser más que la de un asistente en algún pueblo aragonés. Ya puedo seguir soñando otra vez con la que nació a mis siete años de edad. Mercedes que Dios me da y mercedes que agradezco a Jesucristo.

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