Y aquella niña.
Aquella adolescente.
Aquella mujer que tantas veces soñó con el sur
por fín lo vió en tus ojos,
lo conoció en tus palabras,
lo saboreó en tu corazón.
Aprendió a amarlo más que nunca
en tus canciones de voz quebrada,
en tu piel morena,
en tu acento andalúz.
Recorrió las estrechas callejuelas
de cal de tu alma blanca.
Olió el aroma de azahar y jazmín en tu piel.
Sintió su calor y color en tus besos y abrazos
y supo, que un día, un día no muy lejano
lo vería con sus propios ojos agarrada de tu mano.
Un fuerte abrazo. Alaia
¡Alaia, como me alegro de verte!
Ritmo excelente. Bien llevada la secuencia del poema. Me gista eso de “lo saboreó en tu corazón” entgre otras muchas expresiones que has utilizado. Bueno de verdad.