Cuando conocemos cómo comenzaron a actuar algunos de los grupos musicales más conocidos del mundo, casi sentimos “vergüenza ajena”. Los Beatles daban sus primeros conciertos en los años 63-65; tenían en la mayoría de los lugares un solo micrófono para cantar y los tres solistas tenían que ponerse alrededor de él. Más tarde tuvieron dos micros y tardaron bastantes meses en poder utilizar uno con la batería. Si hoy le pidiéramos a cualquier grupo que comienza que tocase en esas condiciones, seguro que se negaría a hacerlo.
Un día, el escritor Jaime Fernández, escribió estas dos frases en un papel: “Ejerzo mi libertad de vivir tranquilo” y “Renuncio a mi derecho a preocuparme”
¿Qué os parece?. Muy sencillas ¿verdad?… pues cambiaría mucho nuestra vida si las tuviéramos más en cuenta. ¿Sabéis una cosa?. Conozco personas que viven amargadas por 3 razones:
– Por los problemas que tuvieron.
– Por los problemas que tienen ahora.
– Por los problemas que esperan que van a tener y casi nunca llegan.
Alguien dijo una vez que la preocupación es como ir pagando un interés por adelantado sobre una deuda que no existe. Si nadie hace eso con su dinero ¿por qué dejamos que nuestra mente viva de esa manera?. !tenemos el derecho a vivir tranquilos!, pero ese derecho se ejerce cuando “obligamos” a nuestra mente a no preocuparse.
Lo que tenemos en nuestra mente es lo que (en la mayoría de las ocasiones) domina nuestra vida. Son las conversaciones que tenemos con nosotros mismos: lo que nos decimos o nos hablamos interiormente… lo que nadie (salvo Dios y nosotros) conoce. En nuestra mente tomamos decisiones, comprendemos el pasado, el presente y el futuro; razonamos cada situación e influímos en nuestro espíritu y nuestro corazón de una manera crucial.
Y lo más curioso es que casi toda nuestra manera de “ver la vida” está determinada por pequeñas cosas. Enfados, vanidades, envidias, murmuraciones, malentendidos, desconfianzas y cientos de pequeños enemigos con los que (a veces) circulan libremente por nuestro interior sin que hagamos nada por evitarlo. Y muchas veces, las consecuencias de todo esto son terribles. Nos equivocamos, perdemos grandes oportunidades (!y amistades!) y encima vivimos con “mal humor” constante.
!Vale ya!. Deja de pensar en todo lo malo que puede ocurrir y dile a tu mente que viva feliz. Quita de ella todo lo que te lleve a pensar mal, y llénala de las cosas buenas de la vida. Cuida tu mente más que a ninguna otra cosa… !Y deja de preocuparte!.
Me gustaría quién Alguien dijo que la preocupación es como ir pagando un interés por adelantado sobre una deuda que no existe. ¡Madre mía, cuánta razón!