Y después toda la música se convirtió en un concierto de pájaros multicolores en donde cada uno de sus plumajes representaba un sueño. Cada uno de nosotros teníamos nuestro propio sueño. Cada uno de nosotros éramos como un pájaro multicolor de todos aquellos viajes madrileños. Cada uno de nosotros teníamos nuestras propias melodías envueltas en un corazón de esperanzas. Cada uno de nosotros éramos una verde esperanza de colores, como si de cuadros de Mondrian nos tratásemos; sólo que Paul Mondrian no hubiera sido capaz de expresar su Arte con la misma música, de carácter genuino, con la que cada uno de nosotros envolvíamos en el lienzo blanco su propio sueño.
Y después todo el silencio derribado por el aleteo de los pájaros y el cantar de nuestros corazones pigmentados de tanto arcoiris que éramos nos convirtieron en los poetas de la nueva bohemia multicolor. Todas nuestras sonrisas confluían en un sólo punto de encuentro: la victoria sobre el tiempo, el vencer a los años desocupados que nos intentaron imponer… pero pudimos ocuparnos en llenarlos con materiales nuevos; nuevas traducciones musicales een el interior de nuestros infinitos sueños.
Y después todas las melodías se volvieron infinitas y acudían las musas transformadas/transportadas por el afán de cada uno de nosotros que soñábamos en verlas aparecer en el lienzo blanco de su pureza. Ese después se convirtió en una virginal y absoluta compañera sin igual. Un punto de encuentro entre nuestras maneras y formas de entender el Arte y las maneras y formas de entender la Vida, Nuestro Arte se fusionó con la Vida que nos trajeron ellas y, revolucionarios de la Existencia, nos convertimos en los verdaderos seres humanos de este futuro vivo; un futuro donde ya la Muerte se había arrinconado en el desvencijado desván de los objetos olvidados: la muerte, las cadenas con las que habían sujetado nuestras realidades, los aparatos de tortura con los que quisieron destruir nuestra niñez.
Y después habíamos vencido a los años, a los meses, a los días, a las horas y a los minutos y sólo nos quedamos con los infinitos segundos de esta nuestra música plasmada en los nuevos lienzos que pintábamos sobre las almas blancas de nuestras compañeras, amigas y, además, virginales esposas. Ya no eran esposas falsas sino que, después, ya todos sonreíamos a la Esperanza mundial en donde una sola mujer era para cada uno de nosotros y cada uno de nosotros era para una sola mujer.
Y después pudimos hacer de cada sueño una historia y de cada historia una realidad. El reloj se había quedado detenido, para siempre, en ese infinito segundo. Mañana, al despertar, volverán a ponerse en marcha ascendente cada uno de esos segundos y los descensos de aquellos pasados tiempos prefirieron morir. Nosotros, sin embargo, habíamos decidido ser eternos.
Y después esa Eternidad se adentró en nuestras almas y, unidos cada uno con sus sueños convertidos en mujer, el nuevo paraíso era, esta vez, en verdad real y cierto. Y lo absurdo, aquellos absurdos de la vida del pasado, quedó en el hondo y profundo olvido de lo inexistente.
. Precioso. Gracias.
En las tardes ambarinas… da igual que venga el olvido… o que no venga.
Ideal. Lindísimo.