(Para saber cual es el desarrollo de este cuento es necesario que leas, anteriormente, la primera parte)
– ¿De qué color soñaremos a la Esperanza, Sombra?
– Soñemos que es de color verde.
– Verde como la rama del olivo…
Guardaron unos segundos de silencio mientras seguían caminando hacia la laguna donde Adán era visitados, todos los días, por la ave del paraíso.
– Adán, ¿te has dado cuenta de que todo lo que existe, salvo nosotros, tiene su lado opuesto?.
– Es cierto. La noche se opone al día
– Y el fuego se opone al agua
– El sol se opone a la luna
– El frío se opone al calor.
– El verano se opone al invierno.
– La risa se opone al llanto…
Adán quedó un mento pensativo antes de continuar con su turno…
– La leona se opone al león…
– ¿Qué has dicho, Adán?.
– Que la leona se opone al león. Es igual pero distinta. Y todos los animales tienen compañía de otros animales iguales pero diferentes.
Un enigmático silencio envolvió a ambos. Su caminar se había detenido pues Adán ya se encontraba en la orilla de la resplandeciente laguna y la sombra de Adán, alargándose a causa del oleaje de las aguas de la laguna, comenz´a crecer y crecer más allá de la verdadera estatura de Adán.
– !Díos mío, Sombra, qué sólo estoy!.
– ¿Cómo has dicho, Adán?.
– !Qué solo estoy!.
– No. Te pregunto como me has llamado.
– Sombra.
– Antes. Antes de llamarme Sombra.
– Dios mío… creo que he dicho Dios mío… pero no lo sé con exactitud.
Ambos volvieron a guardar silencio, hasta que la Sombra de Adán, rompió de nuevo con la costumbre, la tradición, la fórmula primaria, el código estructural y la estricta regla autoimpuesta por el hombre:
– Adán, qué es lo que más deseas…
– Escúchame bien, Sombra. Muchas veces acaricio al león, al tigue, al gato… acaricio al perro, al toro, al caballo… acaricio a cualquier animal que encuentro a mi paso, pero…
– Pero qué, Adán…
– Pero preferirá poder hablar con ellos. Dialogar de una manera diferente al monólogo conmigo mismo.
– Y qué más Adán. ¿Qué más deseas en el fondo de tu corazón?.
– En el fondo de mi corazón no acierto a saber que deseo hay.
– Haz un esfuerzo, Adán. en el fondo de tu corazón hay un deseo. Recuerda que yo he estado refugiada, esta noche, allí.
– Escucha, Sombra. El león tiene a su leona, el tigure a su tigresa, el gato a su gata… el perro tiene a su perra, el toro a su vaca, el caballo a su yegua… y todos y cada uno de los animales tiene, por compañera, a otro animal igual pero distinto. Cada animal, con su pareja se acaricia, se besa, hacen el amor, viven jutnos y mueren… pero antes de morir engendran otra generación de descendientes que son iguales a ellos pero distintos… y así van perpetuando su especie.
– Pero tú eres muy feliz acariciando a cada animal.
– No del todo, Sombra. Cuando les acaricio siento una sensación muy agradable, pero noto que no es una sensación tan completa ni tan profunda como si pudiera acariciar a otro ser vivo igual a mí pero distinto; un ser vivo que hable igual que yo pero diferente; que piense conmigo pero de forma distinta; que produzca ideas, pensamientos y sentimientos igual que yo pero de otra manera. Que sea una persona opuesta a mí pero complementaria.
– Para eso estoy yo, Adán.
– Escucha, Sombra. Tú eres mi otro yo pero eres demasiado abstracto… y yo nocesito algo más concreto para sentirme verdaderamente complementado, verdaderamente realizado, verdaderamente humano…
– ¿Y cómo llamarías a esa compañera?.
– Puesto que soy hombre la llamaría hembra.
Y Adán comenzó de nuevo a sentirse triste poruqe comprendía que lo que pedía era un imposible. Pero se atrevió a sentenciar:
– Por ella sería capaz de renunciar a mi eternidad.
Y la sombra se estremeció profundamente al escuchar la solemne declaración de renuncia hecha por Adán. Cesó entonces el oleaje de las aguas de la laguna y ésta quedó apacible y serena, mientras la Sombra comenzó a contraerse hasta alcanzar, de nuevo, la misma estatura real que la de Adán.
– Yo sólo soy tu Sombra, Adán, y por eso puedo decirte que lo que deseas no puede ser real pero te queda la Imaginación para hacerlo verdadero.
– ¿La Imaginación?. ¿Qué es la Imaginación?.
– El más grande y hermoso de los sueños.
– ¿De qué me serviría la Imaginación si no es capaz de hacer real a mi hembra?.
– Ten Esperanza, Adán. La Imaginación no puede hacer real a tu hembra, pero puede hacerla verdadera. Lo que se desea simplemente hablando por la boca es siempre una mentira, pero lo que se imagina hablando con el corazón siempre es una verdad.
– Entonces… ¿quieres que imagine a mi hembra?.
– Sí Adán. Imagínala con todos tus ocho sentidos: vista, oído, tacto, olfato, sabor, intuición, equilibrio y orientación. Recuerda que no la harás real pero la harás verdadera.
Adán comenzó a imaginarla. La imaginó hermosa y bella.; igual que el pero distinta, capaz de hablar como él, pero diferente; creadora de ideas, pensamientos y sentimientos como él pero de diferente manera. Opuesta a él pero complementaria.
– ¿Has terminado ya, Adán?.
– Si. Ya he terminado.
– Cuéntame cómo es tu hembra.
Y Adán le detalló a su propia Sombra todo el contorno físico de su hembra imaginada y le contó que era capaz de producir ideas, pensamientos y sentimientos iguales a los de él pero diferentes.
– Has creado algo hermoso, Adán, poruqe no es una mentira nacida de la boca, sino una verdad imaginada con el corazón y nacida del alma.
– ¿Qué has dicho?.
– Una verdad. Algo que yo no puedo definir con exactitud pero que está presente en todo lo que te rodea.
– No me refiero a la verdad. Me refiero a la otra palabra que acabas de inventar, Sombra.
– ¿Alma?. ¿Te refieres a la palabra alma?.
– Sí. Es nueva para mí. ¿Qu´significa?.
– Tampoco sé definrila con exactitud. Sólo se que la puedo sentir a través de la Esperanza.
– Pero, Sombra… tampoco sabemos, en verdad, qué es la Esperanza.
– Te autoengañas, Adán. Eso si lo sabemos. Es cierto que la Esperanza es lo último que se pierde pero, sobre todo, es lo primero que se conquista. Así que conquista a la Esperanza para conquistar a tu hembra y no la pierdas nunca…
En esos momentos surgió el sol tras las montañas. Era un sol majestuosamente anaranjado que se iba, poco a poco, conviritiendo en amarillento. Y apareció, entonces, la ave del paraíso que, sobrevolando ligera y grácil por encima de Adán se posó, suavemente, sobre la verda rama de un verde olivo. Estaba más bella y hermosa que nuncav y Adán la observó totalmente ensimismado. Y observó el verde de la rama y el verde del olivo… y pensó en el verde de la Esperanza.
– !Buenos días, Ave!. Hoy estás más bella y hermosa qe nunca y por eso es por lo que me atrevo a confesarte que tenfo celos de tu belleza y tengo envidia de tu libertad. Eres capaz de estar sobre la tierra y luego, cuando libremente lo decides, puedes volar por los espacios aéreos. Yo , sin embargo, estoyo eternamente atado a la tierra. Eres frágil y ligera, suave, sensible, cariñosa… pero sobre todo quiero decirte que pronto encontrarás a otro ave igual que tú pero distinto, y te acaraciarás con él y te irás con él olvidándote de mó. Vivireís juntos y moriréis`pero antes de morir habrèis procreado otra generación de aves que perpeturán vuestra especie. Te irás y yo quedaré solo. Eternamente solo.
Y Adán se atrevió a detallar a la ave todo el contorno físico de su imaginada hembra, que podía producir ideas, pensamientos y sentimientos iguales a los de él pero distintos. Y Adán comenzó a llorar más desconsoladamente que nunca. El llanto de Adán era mucho más profundo que el de la noche anterior. El llanto de Adán era verdaderamente hondo y verdaderamente real.
Aquella ave amaba profundamente a Adán y al verle llorar tan verdadera y hondamente sintió en su interior la enorme soledad del hombre y sufrió al sentir esta eterna soledad.
– Yo sin ella no soy Adán sino Nada, Ave, Nada soy. Yo por ella, Ave, sería capaz de renuncia a mi eternidad.
La ave del paraíso se estremeció al escuchar tan profunda y sincera confesión humana. Y, sin poder soportar más contemplar y sentir el llanto y el dolor de aquel Adán al que amaba tanto, aquel que en verdad era Nada, remontó el vuelo, cruzó la laguna y marchó a un lejano encinar. Allí comenzó a pensar en el verbo creador del hombre y comenzó a imaginar la hembra que con tanto detalle le había descrito Adán. Imaginó tan proundamente que su imaginación se convirtió en palabras:
– Yo soy Ave pero por Adán sería capaz de renunciar a mi libertad.
Era tan profunda y sincera la frase humanizada de la ave que, de repente, un rayo de sol más amarillento que los demás bajó desde el cielo y se hundió en el interior de la ave hasta penetrar en su corazón. Y el nombre de la ave se dió la vuelta y la Ave se convirtió en Eva.
Llegó el amanecer, La luna brillaba en el cielo y se reflejaba en las remansadas aguas de la laguna, Adán y su Sombra habían permanecido durante todo el día allí, quietos y pensativos frente a las aguas de la laguna. Y Adán seguía pensativo hasta que sintió y vio una mano humana sobre su hombro. Igual que la de él pero distinta. Se volvió lentamente y allí estaba ella. Su hembra.
– Hola Adán, yo me llamo Eva.
Adán quedó profundamente enamorado de Eva. La besó en los labios y, unidos de las manos, se dirigieron hacia el extremo del Paraíso. Y Adán y Eva, en compañía de sus respectivas sombras, abandonaron el Paraíso Terrenal porque Adán había renunciado a la eternidad por ella y ella, por Adán, había renunciado a la libertad. Y se fueron a otro lugar de la Tierra sabiendo que se acariciarían, se besarían, harían el amor conjuntamente, vivirían y morirían… pero antes de morir habrían procreado una infinita serie de futuras generaciones de seres humanos como ellos pero distintos, iguales que ellos pero diferentes, que produciráin ideas, pensamientos y sentimientos como los de ellos pero de otras maneras y a los cuales les habían cedido y transmitido la Eternidad y la Libertad a la que ellos habían renunciado por amor. Y sabiendo que, a partir de entonces, trendrían que poner nuevos nombres a todas las cosas y animales de la Tierra y que tendrían que escribir una nueva Historia. Y a todas esas infinitas generaciones, las que obtuvieron su Eternidad y su Libertad, la llamaron Humanidad.
Y al lugar donde reiniciaron su Historia lo llamaron Vorem.
NOTA.- Compañeros y compañeras de Vorem. Soy partidario de la Teoría de la Evolución y creo que esta Teoría es totalmente cierta y válida para explicar la presencia humana sobre la Tierra pero… esto es un cuento… y los cuentos son tan irreales como la ciencia e incluso mas verídicos.