Y pues alguien nos dice mil mentiras sobre las historias de nuestros antepasados nosotros seguimos pensando en la verdad de todo ello: un árbol mucho más florido que los tristes sauces llorones con los que nos quieren confundir el camino. Nada. Nada hay más allá de sus falsas historias de la vida aunque derramen lágrimas de cocodrilo. La verdadera historia de nuestras existencias reside en tener la capacidad suficiente de decir no a la violenta imposición de quienes nos quieren atrapar en sus engaños. Que ficción no quiere decir mentira pero mentira quiere decir trampa. Y de trampas ya hemos sabido suficiente… como para que nos vengan llorando contándonos cuentos chinos de esos que nadie cree. Los cuentos, para ser creíbles, deben nacer de nuestra propia verdad y no de sus falsas proposiciones.