Ardo en la fiebre del sueño y cierro firmemente los párpados mientras la escena brutal me rodea con sus garras de fierro. Soy un zopilote hembra de las zonas cálidas de América y estoy escondida en un zarzal pare evitar la persecución sexual de los cachorros de los zombis; se desarrolla, a mi alrededor, una zarabanda infernal mientras un zahorí baila un grotesco ritual amoroso para poseerme con sus poderes mágicos ya que desea penetrarme hasta el clítoris. Salgo del zarzal e inicio una zambapala circular. Zozobran el zahorí y los cachorros de zombis y me marcho con mis compatriotas los tainos antillanos. Me salvvé una vez más gracias a la zambapala.