Cuanto más murmura el cobarde
más pronto llega la tarde.
La envidia es como la sarna
el que la tiene nunca sana.
Querida y difusa ciudad de mi subconsciencia:
Quizás el rumoroso paso de las aguas de tu Guadiana hayan dejado en mi finitud existencial la fresca sensación de la sed mitigada por el misterioso tejido de tus callejas y en algún oculto campanario de una de tus catedrales, cercana a tu famoso Puente de Las Palmas, en el sanvicenteño barrio de la carretera, la cigüeña de mis pensamientos (esa que enhebra la vida en los sacrosantos nidos del espíritu), pudo haber preñado de sentires mis ansias de amarte más cuanto más desconocida te tengo.