Con mi atmósfera de tréboles acumulados
entre mis dedos y las huellas de tus besos
levanto a la fuerza las inmóviles espumas
de los cantos dulces en que conviertes al bosque
y camino cual jazmín alentado por el viento
asumiendo pasos en sitios donde los hombres
hollamos los pálpitos de todo lo mojado.
Y allí, en medio del crepúsculo de las horas,
te encuentro siempre amante y a mi lado.