Un paseo imaginario por la universidad medieval
A veces, cuando el sol enrojece los tejados de París en las tardes luminosas
que anuncian el final del invierno, una leve brisa recorre las esquinas de la Île de la Cité, mece suavemente los toldos de los cafés y tiembla entre las hojas de las revistas expuestas, junto con los libros de ocasión, a la curiosidad de los que distraen su ocio junto a las riberas del Sena. Es la hora en la que la Tour Saint Jaques se muestra altiva y soñadora, como si todavía se oyeran en torno a sus piedras ennegrecidas por el tiempo, las plegarias de los peregrinos que se congregaban junto a ella antes de iniciar su marcha hacia la remota Compostela. Sigue Leyendo...
Hacía ya mucho tiempo
que no encontraba nada
inspiración de mis versos,
y despertaste mi alma.
Yo fuí claro, y tu silencio
habló por mil palabras
vanas, llevadas por el viento…
Yo sabía que acababa
todo en el mismo comienzo,
pero eso no importaba:
no debe callarse un sentimiento.
El desastre social que propician los contenidos de las televisiones aconseja evitar su recepción.
Una semana de vacaciones, deliberadamente sin Internet, ha sido suficiente para comprender que el principal riesgo para niños y adultos proviene de esas aparentemente inocuas televisiones genéricas. Lo que pretendía ser una “semana blanca” retrasada, con el mal tiempo reinante en Alicante, se convirtió en un tiempo para analizar los contenidos televisivos reinantes en la España del siglo XXI.
Una metáfora automovilística, válida para cualquier edad, que enseña a llegar muy lejos.
El profesorado está acostumbrado a percibir las peculiaridades de su alumnado, desde la más elemental singularidad de cada persona -que es un universo único- hasta las severas deficiencias sensoriales y cognitivas propias de los casos de “educación especial” ante minusvalías físicas, sensoriales o psíquicas.
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