Hora febril.
En el pretil
de la conciencia
estudia el hombre
toda su ciencia.
Llueve,
hay nieve
en la cima de la montaña
y el vaho empaña
el cristal
de la ventana.
Por momento muero,
muero
sigo muriendo
envidiosa de los suicidas,
porque aún muerta;
sigo siendo,
y sigo viajando ausente de mí,
de tí
de nosotros
que somos unos,
que somos cielos
sol, inmensidades…
Portal Literario Independiente