Final de Copa

Como cada tarde al finalizar la jornada usaba el atajo que atravesaba por en medio del campus y se incorporaba a una calzada sorteando las colas de autopista a la entrada de su ciudad. Cada día pasaba por allí, había pasado cientos, por no decirlo, mil veces. Pero esa jornada, se detuvo justo al finalizar el campus. Junto a unas casitas unifamiliares que eran de profesores y cátedros. Todavía quedaba allí un promontorio sobre el que se divisaba al fondo un estrecho valle por el que discurría una concurrida autopista y al otro extremo del mismo, el límite de la gran ciudad. Sigue Leyendo...

Diario del Kurdistán (17)

Malatya, 8 de octubre de 2005: El Acta y la Teoría

Con las cabezas hechas plomos hacemos un breve descanso en Malatya, desde donde divisamos en la lejanía una montaña donde nos dice Salat que existen las ruinas hititas de Nemrut Dagr y que este nombre trae la memoria de aquel Nimrud que fue personaje legendario de la Biblia (el “valiente cazador ante el Eterno”) que es transposición de un héroe mesopotámico que anduvo por aquí. Y es que la Biblia (en su Antiguo Testamento y aunque no lo quieran reconocer los fanáticos fundamentalistas norteamericanos tipo “obúsh”) está plagada de leyendas mesopotámicas que recogieron los antiquísimos hebreos. Sigue Leyendo...

Nubes sobre el jardín

Estábamos tumbados ahí… todos contemplando las nubes vaporosas e interpretando, cuada cual a su manera, las caprichosas formas traslúcidas que iban creándose y descreándose a medida que el viento las hacía y las deshacía con sus antojos de travieso niño feliz. Jorge, por ejemplo, nos contaba que veía a un león africano entre dos baobabs bombáceos. Entonces fue cuando Tomás dijo que él veía simplemente una bomba a punto de estallar.

Lejos de leones y bombas aerodinámicas, yo vislumbraba a “Chester” caminando muy lentamente entre un polvo de brumas que, en forma de cadeneta, le servía de muelle donde sus patas delanteras iban disolviéndose en una bolsa de algodón y entonces una especie de aire interior hacía que moviese sus orejas hasta convertirlas en hojas de acanto, ornamentales orejas largas dentadas que me hicieron impulsar las manos con intención de acariciarlas; pero Berto me detuvo a medio camino. !No!. !No las toques!. !Sólo son agujas de mar!. !No ves que son peces marinos de cuerpo muy largo y delgado con hocico tubular!. Sigue Leyendo...