Hambre

La cascada frenó en seco el goteo del agua. El Pueblo murió por el hambre y los campos se llenaron de malas hierbas. El jornalero trabajó toda la mañana en la tierra del amo, que le azotó por comerse una aceituna. Y con cada latigazo alimentaba la ya rota espalda del hombre. Dolor al dolor, que no hay espalda que sufra tanto como la que sufrió tantas veces. El amo suda. La mujer limpiará otra vez su camisa azul.
Mujer del pueblo, no será la única camisa que remiende hoy. Y con cada puntada sus dedos reciben el dolor de cada latigazo centuplicado por el odio.
Odio a lo que crece dentro, muy dentro, y no reconocerá en esa espalda rota a su padre.
Sólo por el hambre, por la cascada que dejó de manar. Sigue Leyendo...