Sufro de un profundo desasosiego: soy un pesimista. En esto de enredar por los sutiles mundos virtuales he descubierto un escalofriante espacio dedicado a cambiar tu vida, tu espacio, tu mundo, tu miedo…simplemente “despertando una mañana”. Clara está que, para un pesimista, la teoría tiende a ser extrañamente una posibilidad. El otoño nos engaña. Como pudiera escribir Only…El otóño es una estación umbrófila. Ese juego poético de colores, de cautivadoras hojas que caen, de desnudeces arbóreas y visitas a los cementerios más bellos, no nos señala la verdad: el rojo inicia la muerte de una hoja. Cerca de mi, alguien que lee de reojo este escrito…me llama “cínico”. ¿Qué puedo hacer? La opinión que los demás forman de uno es importante. No habríamos podido dejar de ser monos sin jugar a esta realidad. Ahora me da…como “corte” (espero que este término nose traduzca por nada extraño en otros paises) y ¿qué puedo temer si soy pesimista y no creo en los milagros?.