La música de la araña

Y su sombra cayó al piso permaneciendo allí una cierta cantidad de segundos, sobre una colcha de algodón mojada mientras la araña, desde su ángulo oscuro, dibujaba una red de lo absoluto. Una copia de un hombre que se va pero deja el negativo de su imagen en esta su única vida descrita por el cronista de los dioses. Adioses. Cuando lo mejor ya ha pasado siempre queda alguna anécdota disparatada sobre la colcha de algodón mojada. O porque lo dio todo o porque no dio nada… el caso es que hay algunos que, aunque no salgan en la televisión, tienen cinco minutos de gloria en las telarañas de los famosos. Choque frontal. Una vida a medias. O el toque de un clarinete de jazz situado sobre el negativo de una fotografía de color sepia. En primera página los periódicos de hoy muestran un titular sorpendente: “Sobre una colcha de algodón mojada aparece un espejismo”. Todos están intentando interpretar la música de la araña. Sigue Leyendo...

!A contar frailes!

– Abuela ¿dónde vas?
– !A contar frailes que me han dicho que falta uno!

Y la abuelita, muy ofendida y cansada de tantas travesuras, cogía el portante y salía disparada hacia la calle sin decirnos dónde se iba… pero todos sabíamos, desde hacía tiempo, que se iba al Parque del Retiro a encontrarse con sus amigas y pasar la tarde charla que te charla sin el incordio de los cinco nietos pegados a su falda.

Y allí quedábamos todos, con el aire perfumado de la abuelita suente sintiéndolo en nuestro ánimo. Por un lado, la libertad de poder jugar a policías y ladrones sin tener que ser amonestados y, por otro lado, la nostalgia de sus bellos ojos azules siempre protegiéndonos. Sigue Leyendo...

Hola, papá

. Hola, papá,

aquí tienes tu carta, la que tanto hemos esperado los dos, desde que la distancia de la vida puso su pie por inercia entre nuestros caminos, el tuyo y el mío. La respuesta a tantas cartas que mandaste desde tu corazón a mis calles y la carta que tanto he esperado yo, dentro de mí, desde el mío. La carta que estuve esperando y no encontré en ningún vagón de ningún tren de ninguna estación. Sólo dentro de mí.
.Tú siempre has sido el segundo. Eso ya lo sabes. Aceptaste casi toda la vida en un tiempo récord. Los 65 años de tu vida mental, en tus cuarenta y tantos, eran la Aceptación de una acojonante vida. En mi caída, sólo te estaba faltando aceptar una cosa: el amor. Y para ello sólo te faltó una cosa, Valor. Ése valor, del que todavía no eres consciente, y que has ido creando a base de padecer largas y tortuosas bajas laborales.
. Hoy te doy esta carta
que otorga la medalla al: Sigue Leyendo...

SIN NADA

La tarde gris acaricia a mi aburrimiento
compañia diaria de mi lánguida vida
cenizas de llamas antiguas
vestigios de existencia alicaída.

Conciencia con mármoles limpios
sin sombra de culpa extraida
de los lares oscuros del tiempo
impregnadas de auroras sometidas.

LA OTRA VIDA

No creo que Dios me haya abandonado
solo que ha ido presto, donde lo llamaban
con tantos que lo reclaman en esta batalla
aunque mi vida se escapa,en El sigo confiando.

Las luces se disuelven en un mar de lamentos
mi mano busca herrante otra mano fuerte
que me sostenga a la vida y escape a la muerte
mas solo encuentro el aire y abatimientos.

Las crujientes hojas

Se mueven en la vida bajo el tiempo irregular del buscar a tientas puertas y ventanas por donde colarse. Alquimia de la redención. Todo es movimiento entre las raudas hierbas como manchas de humedad adosadas ligeramente a la tierra. Son las crujientes hojas; las que hacen meditar a la materia humana sobre sus raíces y sobre quienes juegan los niños a hacer sonar chasquidos en el reloj de los juegos. Tictac. Las crujientes hojas gritan canciones del pasado verdor y ahora, amarillas en su ocaso, llenan de diminutas porciones el pensamiento de los humanos. Son las crujientes hojas que traen al mundo mortal un oleaje de última energía antes de ser suspendidas por el viento en la demarcación de la nada. Sigue Leyendo...