Subiremos a los pinos

Saldremos de la casa, cruzaremos la carretera y nos meteremos por el sendero de enfrente, ése que llevaba a la casa de él. La bordearemos y nos meteremos en los prados. Es la hora mágica del crepúsculo, más mágica allí que en ningún otro lugar del mundo.

Comenzaremos a subir porque vamos a los pinos. Iremos buscando las huellas de animales que hayan pasado recientemente: algún corzo, algún jabalí como los que venían antes a hozar junto a la casa cuando había llovido. También las huellas de neumáticos de los que no han querido subir andando. Hay formaciones de pizarras que sobresalen a ambos lados del camino. Si nos cansamos podemos sentarnos un rato, como sobre un trono que domina todo el paisaje que nos rodea. Sigue Leyendo...

El niño

Sus ojos azules son
Azules como la mar,
No guardan un aguijón
Tiernos son en su mirar.
Ignorando la malicia,
Alegra los corazones.
Goza dando una caricia
Ordenando sus dragones.

Observa los talismanes,
Goza atesorando motos,
Acepta todos los planes,
Inquiere sobre las fotos:
Tiene curiosidad por ellas.
Necesita sus muñecos,
Analiza las estrellas.
Sol es. De luz son sus ecos.