Las astillas de tu piel se están clavando
en los poros de la mía aún sin querer,
y a pesar de que ha pasado mucho tiempo
desde el día que en la noche te encontré,
no quisiera renunciar ni a un segundo
de tu risa, tu alegría y de esa piel…
Las astillas de tu piel me están diciendo
que mis manos tienen ganas de entender,
los recodos que les quedan por saber
de ese cuerpo inquietante y misterioso
que se arrima a mi alma y a mi ser.
¿Me cuentas un cuento?…
En cierto lujoso lugar, vivía una lágrima que estaba muy triste, siempre llorando, asomada a su ventana ovalada, el tiempo allí pasaba.
Aquella triste lágrima tenía ganas de reír y jugar, pero no sabía, no había aprendido.
Su casa era muy lujosa y con austeridad en el ambiente, allí la lágrima no podía disfrutar, ella miraba desde su ventana ovalada y seguía llorando de tristeza.
El dueño de la casa vivía con su tía Doña Codicias, persona muy sulfurable y oportunista.
-¡Sí, Sí, Lo siento!
-(…)
-Te comprendo, Se como te sientes.
-(…)
-Pero justo ayer cuando me puse a escribir se acabó el microrelato.
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