Y se encendieron las luces del alma,
y un resplandor cristalino,
por entre tu ventana asomaba,
como asoman los cánticos de un grillo.
Y tu voz se me hizo eco en el alba,
y una flor de loto erguido,
las lágrimas del iris posaba,
como posa el que es querido.
Te amo tanto que al respirar,
el aire se me marchita,
y no consigo dominar,
tu esencia que me hechiza.
Te amo tanto que si me faltas,
la vida en mis manos se escapa,
y no puedo recuperar,
el aliento que a ti me ata.
Cansado de todo, maniatado, hundido en el lodo
asi me siento y lo asiento en este momento
busco escarmiento escarbando en sentimientos
no os miento este es mi estado por muchos
detestado por las damas amado y lo mejor del dia
lo que he fumado pero al corazon no e engañado
el sigue aferrado a la soledad
llego la hora de la verdad
Si la voz se sintiera en tus ojos
verías mis palabras entrando en tu corazón
y los espacios del sonido humano
estarían llenos de albor de auroras.
Si la voz te llegara a la mirada
verías mi venir de nuevo a tu alma
y quedaría prendada en tu tiempo silencioso
al llegar de este mi latir sentido.
Alma de labios enamorados por mi voz
verías si ella te fuese perceptible
y en la luz del día y de la noche
me extrañarías en medio de tu cuerpo.
A veces caminaba por la gran ciudad adquiriendo matices que quise retratar, por pueblos de montaña o de mar. Claro que no residí en todos los lugares, no fui a las guerras de Vietnam o Irak, no pude fotografiar la hambruna en la India o África negra ni la corrupción de los dirigentes en los países sureños aunque ésta se conozca en cualquier distrito. No viví tornados ni huracanes en Centroamérica, inundaciones en china o Japón, no recorrí los éxodos de los sintecho, de los desheredados de la tierra ni anduve por los campamentos de refugiados o los campos de concentración nazi…más siempre se huele en el ambiente la hipocresía y la miseria interior de los que nos mal llamamos humanos civilizados. Sigue Leyendo...
Permaneceré en solitario, y aprenderé a escuchar al amigo de la noche de ayer, que me relató la historia de las lluvias, que acontecieron sobre espíritus mojados por las aguas de la dársena.
Un día muy, muy lejano, en una tribu humilde…allá donde crecían las raíces, la naturaleza reposaba, el cultivo de la vida y los sueños era apacible. Llegó el hombre blanco con su letal profecía, prometiendo oropeles y dorados. Regalando metales bañados de dolor, confusión y asesinato y fundó presencias de ausencia en la tierra indígena.
Vírgenes en los mercados de placeres donde se venden armas, niñas y alcohol a la ignorancia, selvas que llegaron a la ciudad. Sigue Leyendo...
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