Reflexiones en la oscuridad (1)

Una llamada. ¿Cuándo llegas a casa?
– No tardaré mucho.
– Te espero levantada.

Una llave se introduce sigilosamente en la cerradura y al abrir la puerta, voces de un programa cualquiera de televisión.
Al fondo del pasillo, una figura frágil y esbelta aparece discretamente bajo el umbral del salón.

La palma de la mano sobre el marco de la puerta y una mejilla sobre el dorso de la mano.

Desierto de arenas rosas

Desierto de arenas rosas. Sombras extrañas. ¿Emily Dickinson acaso?. Sí. Emily Dickinson jugando con trenes de miniatura. Una reina de corazones ideada para intepretar la vida de los bohemios que juegan como tahures con las cartas marcadas. Suenan pasos. Es un ciego que camina con su bastón blanco. Que a nadie le extrañe si Fitzmaurice-Kelly bautiza con azul de cromo a su gusto cuatro poesías que forman el póker de la baraja. Porque no se trata de decir cosas chocantes sino de hacer hondas transparencias en El Diario de Zenobia. ¿Y qué escribe el poeta en las páginas de su Zenobia?. Algo así de simple como ¿qué hora es?. Sigue Leyendo...

Contribución (según iniciativa de Christian)

Como voremia que lleva un tiempo sin aparecer por esta página, no por cansancio sino por los motivos que luego explicaré, y dado que en cuanto puedo entro y leo las últimas obras, me animo a seguir la estupenda iniciativa de Christian y a hacer mi pequeña contribución.

Estuve escribiendo casi exactamente año y medio se puede decir que cada día. Desde el primer momento en que entré en la página me encontré como en mi casa. Parecía hecha a mi medida porque no había complicaciones para insertar los textos, ni los comentarios, ni para contestar a estos, ni para enviar mensajes privados. Me pareció muy bien concebida y hoy día sigo pensando lo mismo. Sigue Leyendo...