“QUIERO MATAR A LOS HOMBRES”
Querer matar a los hombres una frase muy escuchada por todas las mujeres, ese sentimiento de rencor y odio que llegamos a sentir por ellos.
Esa sensación de celos cuando lo vemos con otra mujer, sabiendo que solo tiene un corazón y que todo esta ocupado por una sola mujer y esa mujer eres tu.
“quiero matar a los hombres” y cuando estamos a punto de mandarlos a volar nos quedamos viendo esos ojos y nos damos cuanta de que es la luz que nos mantiene vivas nuestras ganas de seguir luchando cada día son gracias a ese maldito hombre.
Archivo por días: 14 octubre, 2010
La boda – minirelato
No te atormentes pensando que eres el único clérigo que siente eso, muchacho! Escucha, hijo, yo también cuando era joven lo he sentido. Sí, así como lo oyes; yo, presbítero y confesor de tantos, he aspirado ese mismo humo que ahora te asfixia. Tengo ochenta y siete años, y todavía no lo he olvidado por completo, mira si habrá sido fuerte. ¡Cómo confundió mi fe aquel episodio!
Ella era joven y bella y pura como ninguna otra mujer. Siempre la veía en la iglesia, con su vestido azul y sus cabellos dorados, orando con su boca de fresa entreabierta.
¿Cuántas veces me habrá sorprendido Dios mirándola a ella mientras decía misa desde el púlpito?
Nocturno
Suena el “piano” de las teclas de la computadora ya rebasadas las doce de la luna. El espacio exterior es ya oscuridad y aquí, envuelto entre palabras que me arropan el sentido busco un significado que pueda nombrar a la noche. No me gusta llamarla oscuridad y elijo llamarla nostalgia. Una nostalgia de las luces de la Gran Ciudad. Madrid, en la lejanía de mi corazón, se me abre por dentro para soñar. Esta noche quizás en algún barrio de mi juventud se unan las tres edades que tengo: niño infantil, joven decidido y adulto pensador. Quizás no sea ni niño todavía, tampoco he llegado a ser joven y mis pensamientos no son adultos sino simplemente sueños de poeta que camina por las letras de la computadora para forjar su propio lenguaje ajeno a los que recorre los mundos diarios bajo el sol.
Trasfondo de una Escena
Un día, en una escena. Apoyada en una pantalla.
Fragmento de una película, era negra, pero quería ser blanca.
Era una escena. Sobre una acera un hombre.
Aquel hombre tenía una…, no tenía piernas.
Sus piernas no estaban, y subido a una tabla se desplazaba.
Cerca estaba de una plaza.
Con las manos se daba impulsos torpes y toscos.
Las ruedecillas de su tabla, eran pequeñas.
Su rostro estaba en un trauma, en un dolor.
Pero… ¡Ya me apañaré!
Lunes de Música y Letras (por Anotnio Díaz Bautista y Diesel)
Antonio Díaz Bautista: “Cuando nació Andrés Segovia, en 1893, faltaban 5 años para que España perdiera Cuba y Filipinas, últimos restos de su Imperio; cuando falleció en 1987, habíamos entrado ya en la Unión Europea. En esos 94 años habían transcurrido la Regencia de María Cristina, el Reinado de Alfonso XIII, con la Dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil, el Régimen franquista y la Transición democrática, con la Monarquía de Juan Carlos I. Durante tan largo y turbulento período, fue una de las más insignes referencias de nuestra nación en el mundo entero como gran guitarrista. Recuerdo que mis colegas en la Universidad alemana de Friburgo, a finales de los 70, tenían una enorme admiración por el genial intérprete “Uralt” (muy anciano) que todavía seguía dando conciertos en directo.
Epístola a Zamorano (sólo para fuitboleros y futboleras)
Señor Don Iván Zamorano El Grande, El Magno y El Gran Cabezón, ¿quién era usted cuándo llegó al Real Madrid de España?. !Un completo desconocido a nivel mundial salvo para unos pocos seguidors del ColoColo y algún ratón de hemeroteca nada más!. ¿Dónde fue dónde consiguió la fama mundial?. Pues se lo voy a decir yo por si no se acuerda. ¿Usted se hizo famoso a nivel mundial por ser el Pichichi de la Liga de Fútbol Española debido a que jugaba en el Real Madrid. ¿Se cre de verdad que usted es Iván el Grande de Rusia?. En cuanto a futbolista usted no sabía manejar bien la pelota con los pies y lo único que hacía era esperar los centros de Michel, por ejemplo, para saltar de cabeza arrollando a todos los defensas que se le ponían por delante.