Lunes de Música y Letras (por Anotnio Díaz Bautista y Diesel)

Antonio Díaz Bautista: “Cuando nació Andrés Segovia, en 1893, faltaban 5 años para que España perdiera Cuba y Filipinas, últimos restos de su Imperio; cuando falleció en 1987, habíamos entrado ya en la Unión Europea. En esos 94 años habían transcurrido la Regencia de María Cristina, el Reinado de Alfonso XIII, con la Dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil, el Régimen franquista y la Transición democrática, con la Monarquía de Juan Carlos I. Durante tan largo y turbulento período, fue una de las más insignes referencias de nuestra nación en el mundo entero como gran guitarrista. Recuerdo que mis colegas en la Universidad alemana de Friburgo, a finales de los 70, tenían una enorme admiración por el genial intérprete “Uralt” (muy anciano) que todavía seguía dando conciertos en directo.

Alguien me dijo que estuvo en la Univesidad de Murcia, muchos años antes de que yo comenzara mis estudios, pero no he podido comprobar el dato. Andrés Segovia era hijo de un modesto carpintero de Linares y, desde niño, fue acogido en Granada por unos tíos suyos, que gozaban de una buen posición económica y pretendían que fuera farmacéutico. Allí se inició con la guitarra de un barbero, “tocaor” de flamenco. Tuvo que vencer la resistencia familiar para seguir su vocación, porque en la España de entonces, y todavía queda algo de eso, se veía a la música como una salida profesional poco digna. Además, la guitarra, que había tenido su desarrollo más culto desde el siglo XVI hasta comienzos del XIX, era considerada entonces como un instrumento exclusivametne folclórico; propio de las clases populares. Fue precisamente Segovia quien la introdujo en las salas de conciertos. Debutó en el Ateneo madrileño, en 1913, con obras de Tárrega, aunque destacó por sus arreglos de partituras de Juan Sebastián Bach y se cuenta que, a falta de una guitarra propia, tuvo que alquilar una a un prestigioso guitarrista quien, el escucharle , se la regaló. A partir de entonces, su fama fue ensanchándosè por todo el mundo. Actuó en las Escuelas más prestigiosas y realizó numerosas grabaciones para las firmas más importantes. Renovó la técnica inrerpretativa y la propia estructura del instrumento para darle mayor calidad y la potencia sonora que exigían los grandes auditorios. Famosos compositores, como el brasileño Villa-Lobos, escribieron partituras para él, pero quizás lo que más fama le dio fueron sus arreglos y transcripciones de los grandes maestros y singularmente de Juan Sebastián Bach. Se casó tres veces, la última en 1962, con una mujer muy joven, con la que tuvo un hijo. La Universidad de Cádiz le nombró Doctor “Honoris Causa” y el Rey de España le concedió, en 1781, el título de marqués de Salobreña. Como les ocurre a todos los geniales intérpretes, no le faltaron los críticos desfavorables. Se le acusó de cierto “manierismo” que derivaba de las partituras de los grandes maestros, con alteraciones o añadiduras, pero fueron mucho más los partidarios fervientes de su arte y fue encendiendo pasiones con sus grabaciones remasteurizadas de los años 50, recopiladas en el disco que hoy les propongo: “Andrés Segovia, 1893-1987,, 1950s American Recordinmg, Volume I., que me parece admirable por sus arreglos para guitarra llenos de intensa y misteriosA emoción de las Suites para violonchelo y de las Sonatas y Partitas para violín, de Juan Sebastián Bach que, segurametne se habria desdibujado con una transcripción más rigurosa y purista. Y en el contrapunto geometrizante y apasionado al mismo tiempo demostró su gran genialidad”.

Diesel: Fue en el verano de 1956 cuando me di cuenta, a mis 7 años de edad, que mi escritura era diferente a los demás niños de mi misma edad en la escuela Lope de Rueda de Madrid y, d emanera ya muy clara, a partir de mis 9 años de edad. En aquellos momentos de la Dictadura franquista el arte de la escritura estaba muy mal visto por toda mi familia que se opuso a que yo quisiera a ser algo en el mundo de las Letras. También se opusieron a que me dedicara a saber tocar la guitarra vendiendo la que yo ya comenzaba a dominar. No me importó tener que pasar la larga travesía del Bachillerato en la Rama de Ciencias, ni tan siquiera me importó tener que pasar el PREU y, por si fuera poco, el COU ni las envidias que fueron muchísisdmas así como muchísimas las enormes mentiras que se dijeron de mí; pues una vez aporobado el COU con la mejor nota de Madrid en aquel año, me cambié automáticamente a Letras para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Siguieron poniéndome muchas trampas pero pude finalizar mis estudios con notas brillantes y, a todo esto, sin dejar de escribir Literatura… una Literatur aque dada vez era más brillante a medida que yo iba madurándola y `poníendola hasta palabras musicales (sobre todo uan vez ya casado con la mujer de mi vida y con dos hijas preciosas), pues había oído varias veces a Andrés Segovia por las emisoras de las radios y también alguna que otra vez a través de la televisión en blanco y negor. Auello hizo que pusiese música a mis palabras. Por eso hasta escribí, a mediados de los años 60s, cuando sólo me gustaba la música pop pero me repelía la música rock, todo un hermoso libro titulado “Galicia a través de sus ríos” sin salir para nada del salón-comedor de mi domicilio en el quinto piso, puerta 2, de la calle Juan Duque 16 de Madrid. Años más tarde, en una visita relámpago a Galicia (todavçia no estaba yo casado), pude comprobar que todo lo que había escrito, adornándolo de palabras y “música literaria” era cierto y real. ¿Materiales?. !Claro que tuve que utilizar muchos materiales que encontré en mi propio hogar pues aquella vivienda la había comprado mi madre con los sueldos de mi padre y el mio y ni mi hermana ni mis tres hermanos varones hacbían puesto un sólo céntimo en dicha compra!. Lo importante era saber cómo mezclar toda aquella vorágine vaeriopinta de materiales tan diferentes y dispersos pero fue el comienzo de mi madurez como escritor. Desde en tonces aprendí a ponerle ritmo a mis poemas; puesto que la rima me salía innata desde mi más tierna infancia. Aquel fue mi primer Gran Libro (“Galicia a través de sus rios” al cual siguió otro Gran Libro titulado “Setamor” y así hasta el día de hoy que sigo en tales tareas, además de la poesia, los relatos, los cuentos, las reflexiones filosóficas, la prosa lírica, los ensayos, las investigaciones peridodísticas, los artículos culturales, los programas de deporte y cultura, el humor, los pensamientos, los guiones de cine y televisión, el teatro, etcétera. Este es el resumen de mi vida aprendida al escuchar la música de Andrés Segovia.

Deja una respuesta