¡Chaf! ¡Chaf!

Un niño pequeño llora. Está sentado en el suelo. Sus cabellos desordenados. Esa criatura llora: “Tengo hambre”
Una Cazuela llena de comida. Humeante. Recién cocinada. La criatura llora. La criatura llora: “Tengo Hambre”
La comida va cayendo sobre el plato.
Allí mismo ¡Chaf Chaf!

Café para Brindar

Ederico estaba enjuagando unos vasos que le habían quedado de la noche anterior, en la que hubo un encuentro de aficionados a las sopas de letras y que celebraban que habían creado un club social de hacedores de juegos de esos, en que los nombres parecen una cosa que no es.
Estando él en tal menester, entró al local Anuel y su cuñado Avier, debido a que aun era la hora esa que se denomina de sobremesa se pidieron pues un café. Así fueron servidos, que los tres conversaban de asuntos y cosas importantes para ellos.
Poco después entró en el local Edro, un vecino que casi siempre decía que le hubiese gustado mucho modificar su nombre, y en general los nombres de la gente; de hecho este hombre era coleccionista de nombres de pila, tenía una especie de registro. Tenía dos listas, en una el nombre oficial y al lado el nombre modificado, al parecer era un apasionado de esta curiosa cosa. Sigue Leyendo...

SENOS

Y cerró todas
Todas todas las persianas
Varilla por varilla
Y piensa en Salome
Simultáneo adereza la ensalada
El aceite viscoso llega
Y descalza como siempre
Chapotea en la cocina
Y el eneldo el eneldo se resiste
Gritan visillos varillas y velos

Por tí

Por tí, amo como el corazón de un niño
por tí, doy como la tierra al hombre
por tí, soy como ven mis ojos.

Por tí, comparto mis alegrías
por tí, vivo cada día
por tí, gozo de paz.