Entre tu nombre y el mío, unidos
están el amor y la distancia.
Noto en todo mi ser tu fragancia
con mis sueños doloridos.
Pero ya están bien florecidos
los tiempos de la abundancia
y encuentro la relevancia
de tus besos enrojecidos.
Acróbata del aire con piruetas hacia la Nada. Tragafuegos de la noche. Pasa la mano y algunos le dan unas cuantas monedas… Me lo quedo mirando a los ojos. Son ojos de Silencio como los del duro sílex de la Prehistoria. No me dice nada. Solo mueve la boca pero no dice nada. Se va al rincón de la esquina, junto a la alcantarilla de los deshechos. Toma su bolsa de pegamento y comienza a inhalar hasta que se queda dormido en la ciega Noche. Allí. En el duro asfalto de la calle de Nadie. Es uno más de los habitantes del suelo que con tanta sensibilidad presentó Grekosay hace unos días. Y me hace recordar… tiempos de angustia en las noches de Madrid. Esto, sin embargo es Quito… pero las calles de los desamparados también abundan por acá. Es solo un niño… un Niño De La Calle.