RE:

A Carlota

Enviado por: SHODAN el Viernes, 28 de Octubre de 2005
Relatos

Cuando el inspector de policía hace acto de presencia, Toribio no tiene el menor gesto de cortesía; sigue sentado donde está, digno y seguro de sí mismo. No tiene nada que temer, es evidente que nadie dudaría un instante de su inocencia. Cuatro pisos más abajo, en la acera, yace el cuerpo desmadejado de Josefa; su esposa. La ventana de la salita donde veían televisión permanece abierta de par en par como prueba esclarecedora de lo sucedido.

Rumbo oeste

Lo que es arriba es abajo,pero con el cambio de la tierra,las estrellas se desolocaron y con ellas la suerte,planetas retrogados,unos que ya no existen,otros que nacen nuevos..esas nubes amenazan tormenta y una gran sacudida hace virar mi nave,si echo el ancla antes de tiempo,me quedare encallado y no podre avanzar ..la brujula daba las coordenadas perfectas pero la intuicion pirata es mas precisa en ocasiones y me dejo guiar por ella,como siempre,asi no encontrare el puerto me dicen ellas desde arriba,y la tormenta se retuerce contra mi barco y en la pregunta,encuentro la respuesta.
Quizas no hay puerto que encontrar,lo importante siempre es el viaje Sigue Leyendo...

El Zapato y la Calle

El señor que estaba sentado en el en banco cercano a la esquina se a levantado y está caminando por en medio de la calle, no vienen coches, la calle es estrecha. El señor va muy bien vestido. Con traje y corbata. Es de estatura mediana, centímetro arriba centímetro abajo, es delgado sin gorduras. Camina con cierta lentitud pero no a cámara lenta. Parece que sabe a donde a de ir.Eso parece.
Su mano está en el bolsillo de su chaqueta, allí… ¡algunas monedas sueltas!
¡Seguro que sí!

COLUMNAS ROTAS (Una historia lineal)

TuuTuu TuuTuu TuuTuu TuuTuu TuuTuu

-Mmmm, maldito reloj –extiendo el brazo derecho y con el dedo índice busco el botón más grande del despertador. Lo encuentro. Se hace el silencio.

Nueve minutos después: TuuTuu TuuTuu TuuTuu

(El maldito reloj tiene la maldita particularidad de despertarme a gritos.)

Otra vez, extiendo el brazo derecho y apago el maldito reloj despertador. Silencio. Me quedo entredormido. Dejo que pasen unos pocos minutos más, no más de nueve, volvería a sonar el aparatejo y no lo soportaría. Me levanto y me dispongo a prepararme un café recién hecho, energético y revitalizante, pero a esta altura ya no hay café que dé vida. Debería probar otras sustancias un día de estos, sustancias nuevas, diferentes, pero bueno, ya sé que por lo general en un par de horas estaré medianamente despierto. Mi máximo esplendor llega siempre sobre la noche, más o menos a las diez, hora en que la gente normalmente y en masa se dispone a irse a la cama. Ahí es cuando estoy apto. Y libre. Sigue Leyendo...