La muerte de la polilla [Virginia Woolf]

No es propio llamar polillas a las que vuelan durante el día. No estimulan en nosotros esa placentera sensación de noches veraniegas oscuras y de hiedra en floración que la variedad más común, de alas secundarias amarillas y que duerme a la sombra de la cortina, nunca deja de provocarnos. Son criaturas híbridas, ni alegres como las mariposas ni sombrías como las de su propia especie. No obstante ello, el espécimen presente, con sus estrechas alas color paja, orladas con borlas del mismo color, parecía satisfecha con la vida. Era una mañana placentera a mediados de septiembre, suave, benigna y sin embargo con un aire más nítido que el de los meses de verano. Sigue Leyendo...

Agüita de azahar

Mi amor de buques y lunas
Tu marinera ejemplar,
ayer decidió aliviar
con agüita de azahar
este dolor que no cesa
Y con el agua de azahar
que me regala tu madre
siempre que voy para allá,
ayer….amor de mi vida,
la decidí visitar.

Barato, Barato

Una vez estuve en un mercadillo, cierto que es cierto.
Paseaba por los pasillos que hay entre paradas. Cierto, cierto, se trataba de un mercadillo.

Una de esas paradas tenía cosas variadas. Usado y viejo, en el suelo sobre una lona, sobre la cual también libros, y más libros, mas gritaba el hombre: “barato, barato.”
Libros envejecidos, usados de segunda mano, de tercera y hasta novena mano, colocados en el suelo empero en orden, con el lomo mirando arriba, libro junto a libro.

reflexión

Me despierto una mañana y aquí estoy. En una habitación de un piso de alquiler en la otra punta del país. Pensando en que no recuerdo como olía mi cama, ni a que sabia el agua del grifo, ni tan si quiera por que lado de la ventana veía aparecer el sol. Fueron tan míos esos detalles, y ahora parece como si nunca hubieran existido. Es un dolor amargo, un fino cristal que atraviesa mi piel, arrancándome lo que fui y otorgándome a su vez un montón de nuevas experiencias que he de hacer mías.

Aquí el frío es mas frío, y la distancia mas corta, en todos los sentidos. El cielo no tiene el mismo color, ni siquiera el sol brilla igual. Lloro más a menudo y hasta eso es diferente. Sigue Leyendo...

Esta noche no se me acaba el alma…

Esta noche no se me acaba el alma, sino que empeñada en seguir soñando no se detiene por nada. Andamos y andamos caminos soñando sobre la almohada. Ese es nuestro Destino. Es cosa de esas albas en donde todos sufrimos alguna que otra mañana. Pero llega después el mundo, con su sol en la explanada donde vamos caminando más allá… más allá de las montañas… y en llegando a la ciudad nos convertimos en calma. Calma. Esta noche no se me acaba el alma.