Hay quienes afirman que, efectivamente, existió en la provincia de Lugo (España) una Maricastaña quien, junto con su marido y hermanos, encabezó un partido de extracción popular que se oponía al pago de los tributos exigidos abusivamente por el obispo del lugar. Incluso, se afirma que habría sido ella misma la que ordenó matar -como represalia- al mayordomo del prelado.
Aparentemente, la fama de esta mujer se cimentaba no tanto en sus principios morales y actitudes de arrojo cuanto en su aspecto muy varonil.
El Mar muerto dentro de mi carne
Ha dado origen a un puerto
Cada día, a la misma hora
Ella viene a mi lado para castigarme
Con una agonizante galera
La alondra con la blanca cofia
Mataría por hacer que se quedase conmigo
Pero ella tiene el pico como un Grifo
Y garras afiladas como cuchillos
Ella tira el ancla y habrá de cantar
Calígula le dio a su caballo un alto cargo senatorial (lo hizo senador o algo parecido), le construyó un pesebre de oro y lo adoraba. Calígula estaba como una cabra y quizás fue por eso por lo que persiguió a los cristianos y a las cristianas.
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