Aquella oscuridad absoluta me lamió los ojos. Mi campo visual es mínimo y aunque intento poner en práctica toda mi agudeza visual no soy capaz de adivinar un color o una forma. Lo que mis ojos no perciben lo intento compensar con el resto de mi abanico sensorial como si fuese un invidente casual.
Estoy tumbado sobre una superficie plana, compacta y rígida. Mis brazos penden de los hombros como péndulos de reloj dañado, mi cuerpo compungido y convulso se derrite en sudor. El frío se hace doloroso por su intensidad, intento incorporarme y adivinar dónde me encuentro y cómo he llegado hasta aquí. Al apoyar las palmas de mis manos siento que éstas se deslizan inseguras y caigo de nuevo sobre mi maltrecha espalda.
Archivo por días: 26 septiembre, 2012
Discursos en Silencio
Aquella chica huraña no buscaba conservar sus emociones en el tiempo.
Cada palabra, cada beso parecía ser parte de una despedida.
Nuestros ojos se encontraban y daba la impresión de que el tiempo iba más lento
Era fácil estando a un segundo de tus pupilas, no esperar su continuación…
Si era la última vez o todo empezaba de nuevo que más da?
Cada construcción fue derribada! cada prejuicio lo echamos abajo.!!!
En el silencioso discurso de nuestras miradas…
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Otoño 2012
Así no se trata a una dama.
Existe una película estrenada en 1967 con el título de “Así no se trata a una dama” cuya sinopsis es la siguiente: Un misterioso criminal tiene aterrorizada la ciudad de Nueva York. Se trata de un estrangulador, maestro en el arte de los disfraces, que se dedica a matar a mujeres de mediana edad, en las que no hay nada destacable; su vulgaridad es, al parecer, lo que interesa al asesino. Este psicópata tiene la curiosa costumbre de llamar al detective de policía Morris Brummel, para hablar con él sobre sus víctimas. Así es como Brummel se convierte en el responsable del caso. La vida del detective es de lo más gris y anodina: vive con su anciana madre y tiene que soportar su autoritario carácter. Gracias a sus primeras pesquisas conoce a la bella Kate Palmer y la lleva a su casa para presentársela a su madre. Por su parte el estrangulador, Christopher Gill, un hombre enamorado de la buena vida, disfruta creando rompecabezas y pistas falsas para Brummel. (FILMAFFINITY)