Nadie lo sabe
en tus ojos oscuros
vive mi luz
Siento nacer
cuando me miras fuerte
un no se qué
Quiero vivir
tu mirada de mar
naufragio azul
Era tarde, esperaba y esperaba, pero no cogías el teléfono.
Luego… ¡por fín! llegaste, te oí, pero ya era tarde. Y como debe ser, por la puerta entraste.
¡Y vaya un buen portazo a la puerta arreaste!
Entraste rabiosa, apresurada, directamente a tu habitación allí entraste. Ni siquiera un monosílabo de bienvenida, de recién llegada, alguna pequeña frase anunciando un soy yo, o algo parecido.
Por la mañana temprano, bien temprano, desapareciste con la misma compostura. ¡Vaya portazo!
Suerte que hoy solo ha trabajado media jornada y mientras sus compañeros caminan hacia el bar de al lado para tomarse una copa juntos y desearse lo mejor, ella camina hacia el súper más cercano para lograr conseguir, como el mejor Rey Mago, todo lo que lleva anotado en un pos-it que se niega a pegarse a su agenda como si quisiese huir despavorido a su destino.
Como cada año y hace diez, prepara la cena para toda la familia. El pretexto oficial es que en su salón caben todos, por eso cuando compra el décimo de cada año, sonríe pesadamente y sueña con que si alguna vez la diosa Fortuna la visita se comprará una casa “sin salón” y entonces ¡adiós pretexto!