La pirula del roscón.

Es el 24 de agosto de los últimos años de la década de los 70 del siglo XX. Se está celebrando la Festividad de San Julián en una aldea conquense. Allí estamos toda la familia de los criados como madrileños. Estamos tranquilos y serenos. Pero, al parecer, por aquellas fechas la envidia les corroía las entrañas a los criados como valencianos. Así que llegaron desde Valencia para molestarnos e insultarnos a los que habíamo llegado desde Madrid. Sin querer meternos en jerigonzas extrañas, porque más de uno de los allí presentes hablaba con un lenguaje procaz e insultante, llegó la subasta de los roscones. Sigue Leyendo...