Siento que te hayas olvidado de que hablábamos como amigos, de que cuidamos el uno del otro, de que te preocupaste por mí en unas ocasiones y yo de ti en otras, de que nos besamos y nos abrazamos, y nos dijimos lo que más nos gustaba del otro. Siento que te hayas olvidado de lo bueno que vivimos. Yo, en cambio, me he olvidado de lo malo. Quise mucho a la persona que conocí y lamento no habértelo dicho al despedirme, aunque tampoco creo que hubiera cambiado nada. Siento haberte desconocido cuando la aventura acabó. Ojalá nos volvamos a encontrar.