Mientras esperamos a que nos lleguen las musas literarias vamos imaginando frases que empiecen con un inicio que despierte el interés de los lectores y las lectoras. Algo así como “En un lugar del espacio donde las sílabas silban arpegios” que siempre tiene una connotación prosaica y, al mismo tiempo, un deje de lirismo sincopado. Ahí es donde comienza la corta distancia entre el papel y nuestra imaginación. Después de eso podemos ya hacerlo algo más profundo. Por ejemplo “las ondas de mis pensamientos luchan contra los fantasmas del aire” que, como veis, le otorga al texto un cierto sentido de misterio y de suspense. Si logras llegar a esta ilación es que puedes seguir embocando vocablos cada vez más o menos sonoros. Por ejemplo “allí donde la atmósfera se convierte en témpera de artista buscando las metáforas silentes”.