Para los seres humanos del siglo XXI, más aún que para los de otras èpocas, la palabra “libertad” tiene una resonancia casi mágica y suscita perspectivas fascinantes para la realización humana. La libertad es, de alguna forma, la suprema aspiración del ser humano, la meta de los esfuerzos comunitarios y personales: libertad para los negros, para el tercer mundo, para las mujeres, para las relaciones sexuales, etcétera. En otras palabras, la libertad expresa el ideal de plena realización del ser humano. Esto implica liberarse de las numerosas esclavitudes y alienaciones que existen para conseguir ser plenamente uno mismo o una misma.
El filósofo y antropólogo belga Joseph Gevaert dice en su libro El Problema del Hombre: ” Afirmar que el hombre es libre significa en primer lugar que hay en él una semilla de libertad, esto es, un principio de capacidad fundamental para tomar en sus manos su`propio obrar, de forma que ésta pueda llamarse “mío”, “tuyo”. “suyo”. Este principio de libertad es inherente a todo ser humano y es lo que antiguamente llamaban “liberum arbitrium” o sea libre albedrío. En el fondo se trata de la misma realidad”.
En el área de los social la verdadera libertad tiene 3 Dimensiones fundamentales: la responsabilidad, la madurez y la liberación.
Porque libertad es todo lo contrario que inconsciencia, locura, irresponsabilidad ante la familia y los demás seres humanos. Sabemos que el ser humano está ligado completamente a la naturaleza y al mundo de los demás… pero quien es libre no está sometido ni esclavizado a la naturaleza de las cosas ni a los demás seres humanos.
La responsabilidad, en el contexto de la libertad, radica en la capacidad de obrar sabiendo lo que se hace y por qué se hace. Como dijo el filósofom Lalande: “La libertad se decide tras una reflexión y un conocimiento de causa, y no obra más que con las razones que aprueba el hombre o la mujer libre.
Esta libertad de autodeterminación es el motor fundamental de la liberación personal, de la liberación del hombre o la mujer que, en lo concreto de sí mismos, actúan sabiendo lo que es la libertad de sus decisiones propias.
Esto implica otro elemento llamado madurez. No me refiero a la madurez de la edad de un ser humano sino a la madurez que alcanza cuando se libera de todo tipo de esclavitud o de alienación que intentan imponerle los que detentan el poder de la sociedad. Es por eso por lo que la libertad es siempre un grado de sabiduría. No debemos confundir esta sabiduría de la madurez del hombre o la mujer con la filosofía de los estoicos de la Amntigua Grecia ni tampoco con la filosofía racionalista de Spinoza. La libertad que lleva a la liberación del ser humano es mucho más que una filossofía. La madurez de la que estoy hablando es aquella que hace que sepamos qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo.
Libre es el hombre o mujer que se posee a si mismo o a sí misma y que determina su ecistencia propia no por presiones externas (políticas, económicas, religiosas, sociales. etcétera) sino por opciones personales bien meditadas y libremente elegidas.
Así llegamos a lo que yo llamo liberación a través de la libertad. Liberación de esclavitudes y de alienaciones externas. Punto máximo de la libertad. Crear sin miedo nuestra propia vida y vivirla con la voluntad propia que nace de uno mismo o una misma.