7 golpes… 7 goles…

La Chopera del Retiro de Madrid. Primer partido de la temporada. Dominio total. Los rivales, entregados, están asfixiados. No hay que dejarles ni respirar. La brisa del aire mece las copas de los chopos. En la cancha no hay que dar ni agua a los los enemigos. Recuerdo la máxima de Distéfano: “Cuando vayamos ganando por 5-0 sigamos jugando como si estuviésemos todavia con el 0-0 en el marcador”. No he contado los goles que han marcado mis compañeros pero yo ya llevo 6 veces batiendo al guardameta contrario. Lanzo el ataque final. Me llega el esférico (esfera donde vivo el fútbol para girar dentro de mi propio universo) y conecto con la cabeza lo que se convierte en el séptimo gol. 7 golpes… 7 goles… un principio de temporada tan completo que los humildes gorriones de La Chopera del Retiro de Madrid jamás lo han olvidado pues lo han contado y cantado generación tras generación. A la hora de hacer justicia marcar 7 goles es mejor que marcar solamente 6. No es por egolatría sino por el valor que hay que demostrar y hay que tener enfrentándose contra los más fuertes.

La sombra de los cipreses puede ser muy alargada, pero más allá del cementerio la sombra de los chopos se convierte en vida eterna. 7 golpes… 7 goles… 7 recuerdos anclados en las bahías de las redes de la portería rival, allí donde el cancerbero agacha su soberbia para recoger el balón. Y la vida continúa. No me interesa volver hacia el pasado pero soy el mismo que abrió la tormenta hasta calarnos los huesos pero permaneciendo en pie. Fue antes y fue después. Fue de las dos maneras. Pienso. Afirmo. Los capullos no merecen otra cosa nada más que perder. Los capullos son siempre aquellos que caen cuando comienza el atardecer. Y la tarde se cubre de gloria cuando se les propina 7 golpes… 7 goles… siete momentos en que, bajo la tormenta (sea antes o sea después) confirman qué ser líder solo se consigue cuando se demuestra serlo. No cuando se dice para epatar a las chavalas en los cuchicheos de los guateques sino cuando se consigue demostrar en la cancha haya chavalas o na haya chavalas delante. Muchas veces más de las que muchos puedan pensar he alcanzado victorias cuando nadie se lo creía. Porque la fe siempre hace temblar las redes de los enemigos, destrozar sus fortalezas en base a la constancia y triunfar porque se sabe triunfar, triunfar porque se puede triunfar y triunfar porque se quiere triunfar.

7 golpes… 7 goles… cuando el arco iris se hace visible es cuando conseguir un récord sólo es cuestión de disparar sin compasión alguna contra los más fuertes. Los débiles no cuentan. Los débiles no pueden contar en esta clase de batallas. Pero hacer justicia se puede conseguir siempre que disparemos hacia el objetivo necesario para poder triunfar. Es la ley de los gladiadores. Es la ley de los que no regalan nada a nadie porque nadie nos regala nada a nosotros. Es la ley que hace doblar las rodillas de los prepotentes orgullosos. Todavía recuerdo aquel 14-0 junto a las tapias del cementerio; allá donde los gitanos temblaban de miedo viendo a los duros de Vallecas abandonar para que no fueran 20. Fueron 14-0 pero pudieron ser hasta 24. Un gol por cada hora de un día. Un verdadero récord de As.

En el Mundial de Brasil veremos por quién doblan las campanas. Quizás me vuelva en un nuevo Hemingway para contarlo. Es muy posible que cantemos “No llores por mí, argentina, la culpa la tiene España” o es muy posible que cantemos “no llores por mí, garota, la culpa la tiene el fútbol”. El asunto real y verdadero es que somos los Campeones del Mundo. El asunto real y verdadero es que hemos ganado ya un Campeonato del Mundo pero podíamos haber ganado, si no nos hubiesen hecho las trampas que todo el mundo sabe pero que todo el mundo calla porque estamos rodeados de hipócritas por todas partes, por los menos 5 Campeonatos de Mundo. Por lo menos. Nos hicieron trampas en el Mundial de Mussolini; nos hicieron trampas -por dos veces- cuando ganábamos a Brasil por 1-0 y nos anularon dos golazos (uno a Adelardo y otro a Míchel) y todo el mundo vio que eran dos golazos pero no lo vieron los árbitros porque el presidente de la FIFA, vaya casualidad pero yo no creo en las casualidades, era el brasileño Joa Havelange (un verdadero cara dura como se demuestra hasta en las fotografías); y nos hicieron trampas contra Corea del Sur en el Mundial de Corea-Japón. Así que vamos a Brasil siendo los actuales Campeones del Mundo, pero podíamos haber sido ya, por lo menos, hasta Pentacampeones si no hubiese sido por las trampas que nos han hecho a los españoles a través de la Historia del Fútbol. Por eso vamos a Brasil como Campeones de Mundo pero los Campeonatos del Mundo, después de que ya hemos demostrado ser los mejores de la Historia, a los españoles ya nos la suda. Veremos cuántas trampas nos hacen en Brasil para que no seamos otra vez Campeones aunque lo somos con copa o sin copa. Porque ser Campeón no es cuestión de ganar a trampas sino solamente serlo sin trampa alguna. Y, en este sentido, si los niños brasileños nacen con un balón debajo del brazo, los niños españoles nacemos con un par de huevos para no pasar hambre. 7 golpes… 7 goles… 7 historias para no dormir… siente cuentos para alcanzar la gloria…

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