Caballero, esos piropos dedicados por usted de forma global a las mujeres, no solicitados ni apreciados por nadie con dos dedos de frente, esas alabanzas que, viniendo de quien vienen y por referirse principalmente a quien se refieren, en quienes usted piensa, son más degradantes que si de insultos se tratase. Se nota que se han fraguado en su mente de “botón de flor”. ¿Que por qué utilizo esa definición del diccionario? Por no emplear la más utilizada, la más rotunda y actual. Por no ponerme a su altura, vaya.
Ya su apellido hubiera debido ponernos en guardia. Aunque le sobran letras, hay cierta similitud con un antiguo sustantivo en castellano, hoy en desuso, para nombrar a una “mujer de vida airada”. Nada que ver con la forma femenina del título de un famosísimo y extraordinario libro de uno de nuestros literatos del Siglo de Oro, joya de la literatura universal. Se nota que sigue usted en agraz. No siga por ese camino, haga lo que quiera y no alabe más públicamente a quienes por lo oido no conoce más que en su versión más vulgar.
Cierto es que hay Caballeros (por designarles de alguna manera) que sólo dan “volteretas” en el aire ante las desprevenidas “palomitas”… sólo que las “volteretas” cuando se hacen oscuras terminan por perderse en las negruars de las noches. Lo Caballeros de Verdad no oscurecen sus piropos ni los llenan de guarismos literarios: por eso brillan bajo la luna.
No sé de qué va la historia amiga Carlota, pero estoy contigo al cien por cien.
Un abrazo