Roma, en ciero período de su historia, atravesó por una crisis económica enorme. La economía es la clave que nos dirige y de su manera de evolucionar dependemos todos. La idea del “trabajo” ha ido evolucionando de muchas formas hasta llegar al “trabajo como soporte básico para aumentar mis deseos de consumo”. Cuando perdemos ese soporte, nos encontramos con que, en lo personal hemos logrado muy poco, porque hemos dependido de lo material, de lo ostentoso, de lo que nos hacía creer que éramos diferentes y únicos. Crisis, crisis y crisis. En realidad la crisis no “existe”, se fundamenta en el desplome de varias naves nodriza que parecíand evorar la economía del planeta. En el pensamiento general del siglo XXI, hemos llegado a creer que la materialidad del mundo nos transformaba, pero esta alquimia es muy simple, e incluso perjudicial, porque es tan engañosa como esa “esperanza política” que siempre oculta el lado oscuro de una realidad que nadie se atreve a aceptar.