El camino se cuela entre recovecos
inimaginados.
Las huellas comienzan a separarse,
aproximándose.
Los versos perdidos, esos que emergen
de sus ojos, presumen pestañas coloreadas
con la transparencia de saberse así.
Una melodía inunda los espacios vacíos,
entre silenciosos gritos de minúsculas
miradas bajo el crepúsculo de la inmensidad
suya toda,
y la intrépida censura.
Las huellas se funden entre sus manos,
el hierro caliente renace en la húmeda tierra,
que pronto se esparce.
Sus huellas transitan inmaculadas sobre
puntos suspensivos,
y una mirada que amanece.
Tan soleado, así
y sigue siendo.
Son esos puntos suspensivos los más interesantes de nuestro caminar porque despiertan la imaginación creativa para poder interpretarlos a la manera libre y no atada a ideas preconcebidas o marcadas por ideologias literarias.
Y bajo ese soleado las huellas de un verso quedan desparramadas en el camino. !Cómo se va saliendo de nuestro camino un rastro de versos al caminar!. He tenido tiempo sin leerte Celeste!!!, Un abrazo.