Minuto 13.- Penalty. Todos miran con avidez y los ojos llenos de ambición al famoso número 10. Le llaman El Ángel del Fútbol porque es sueco, rubio, de ojos azules y una complexión atlética formidable. El aire, frío, a veces se presetna con rachas de viento inesperadas. Las banderas bandean en zigzag vertiginosos. Emoción. Todo proclaman el nombre del Ángel. Aúllan de placer los seguidores y las fánticas admiradoras de aquel titán rubio al que comparan con Odín. El balón (sueño de victorias son sus huellas) reposa plácidamente en el punto central de las dos áreas. El punto fatídico. Penalty. El Ángel del Fútbol sonríe con su blanca dentadura minentras el público femenino lanza rosas blancas al aire. El Ángel del Fútbol se acerca lentamente hacia el balón. Tiene en su memoria las numerosas tardes del disparo certero.
Jamás ha fallado nunca. Esta vez será una más. Memoriza el disparo perfecto. Se acerca. Hace un quiebro de cintura que deja al guardameta rival totalmente vencido caído en el suelo. Es el segundo de su verdad, de la verdad de su exquisito fútbol. La verdad de su mito. Minuto 13. El Ángel del Fútbol piensa en aquel número que siempre le dio tanta suerte. Valientemente lanza el penalty. Parábola perfecta, incréible, como sacada de una leyenda nórdica. Él es el Odín de las chicas y el Thor de sus seguidores. Todo el estadio ruge. ¡!!Goooool!!!. Sin embargo surge lo inaudito, lo increíble, lo que es imposible de pensar… el balón (capricho del Destino) hace un grio inédito, se eleva más de la cuenta (movido por el inesperado viento) y saca esquirlas de la cruceta (como si fuera un vencejo derribado por la mortal escopeta de un francotirador) y sale despedido hacia el público golpeando en la cara de un chaval de 13 años de edad. 13. Número increíble. A veces también la mala suerte se cruza en los destinos de todos los espectadores y espetradas. El chaval de los 13 años llora (no tanto por el balonazo recibido sino porque no se ha convertido en gol). Todo el campo, de repente, empieza a rugir improperios e insultos contra El Ángel del Fútbol. Así son las cotradictorias reacciones de sus caprichosos seguidores y sus fanáticas admiradoras. El Ángel del Fútbol ha caído de rodillas y se tapa el rostro con las manos. En medio de los abucheos genrales (incluso alguno se acuerda de su madre) llora desconsoladamente. En aquel penaty fallado se ha enterrado su mito. Ha sido, para él, la oscura noche de su Estocolmo natal. Pero esto no es Estocolmo. Esto es Madrid. Los insultos e improperios siguen subiendo de tono mientras él, con la cara oculta con sus manos, se marcha fuera del campo. Pasa junto al entrenador y recibe un insulto salvaje por parte de éste. Es el partido crucial y ha fallado a la hora de la Gran Verdad. Es la hora trágica del héroe caído que se oculta en las sombras del vestuario para llorar su desdicha. El míste decide sacar al campo a aquel muchacho de 18 años de edad, novato, desconocido por todos y todas, que lleva el númeor 8 en la espalda y del cual nadie sabe nada salvo que escribe poemas en sus ratos de ocio. Mientras tanto, El Ángel del Fútbol sigue llorando en la oscuridad del vestuario…
Minuto 15.- Ante el asombro general aquel desconocido muchacho de 18 años de edad, que lleva el número 8 en la espalda, que escribe poemas en sus ratos de ocio, que sueña escenas desconocidas por todos y todas, comienza a dar una clase magistral de fútbol. Se echa eal equipo a sus espaldas y comienza a trazar, con el baló, líneas imposibles, creando espacios donde no existen, cambiando continuamente de ritmos y dejando boquiabiertos tanto a los rivales como a sus propios compañeros que no aciertan a explicarse aquell torrente de poesía futbolística. Sus pases son magristales versos de ritmo balompédico. Nunca se sabe qué va a hacer cuando recibe el balón en el centro del campo. Continuamente sorprende a su propio míster que nunca supo qué escondía en su interior aquel novato jugador que debuta por primera vez en Primera. ¡Aquello no es fútbol!. ¡Aquello que está creando el poeta desconocido es poesía de logaritmos aritméticos, metáforas del fútbol… y cada vez va “in crescendo” su arte. El balón se ha convertido en cometa cuando lo eleva levemente y luego lo baja al suelo y lo desplaza tranquilamente hacia sus compañeros superando las barreras defensivas de los rivales. Todos están tan atónitos que el estadio guarda silencio.
Minuto 33.- ¡Gol!. El poeta del número 8 ha marcado gol. El balón ha besado el poste izqueirdo de la portería rival y se ha introducido mansamente… quedando atrpado en la red como un beso suave. Nadie exclama nada salvo el lenguaje del silencio. Nadie se mueve. ¿Quién es aquel muchacho d e18 años de edad del cuál sólo se sabe que escribe poemas en sus tiempos de ocio?.
Minuto 38.- ¡Gol!. ¡Segundo gol del poeta!. Esta vez ha sido con un leve movimiento de cabeza a un balón colgado en el aire (suicida de los vientos) superando, con una increíble vaselina, la salida desesperada del guardameta rival. Sigue el lenguaje del silencio. Nadie se atreve a decir nada. El poeta está escribiendo todo u romance de canción de gesta.
Minuto 40.- ¡Gol!. ¡!Tercer gol del Poeta del Fútbol!!. ¡Hack trick!. ¡Tres goles!. Ya tiene asegurado el balón firmado por todos sus compañeros. Tant aeleganci aen un campo de fútbol pocas veces se había visto en Madrid. Ante la impotente salida por bajo del guardameta rival ha colocado un suave taconazo que ha hecho que el balón entre cantando un vals balompédico.
Descanso.- Todos están silenciosos en el vestuario. El míster no se atreve a decir nada a aquel muchacho de 18 años de edad, al cual ha tenido siempre en el banquillo de los reservas. Aquel número 8 está deslumbrando a todo. El míster está nervioso. ¿Qué táctica le puede enseñar a aquel joven que tal recital está desarrollando sobre el campo?. El Ángel del Fútbol, mientras tanto, sigue llorando con las manos tapando sus rostro. Ya nadie se acuerda de él. Sus compañeros ni le miran. Solamente aquel número 8 contempla la desgracia del Ángel del Fútbol, guarda silencio y no dice nada.
Segunda parte.- Ya no se ha movido más el marcador. El Poeta del Fútbol se ha limitado ahora a ayudar a sus defensas y mediocampistas para mantenerse firmes ante las embestidas de los feroces rivales que quieren, al menos, marcar un gol. Imposible. El poeta roba palones, corta los pases rivales, toca el balón en ocrto para salir de los peligor. A veces supera a los rivales con vaselinas de medio alcance que van a parar a los pies de sus compañeros. También lanza balones largos en profundidad a sus compeñaros de punta. El caso es mantener la portería a cero como premio para su compañero guardameta. El guardameta de su equipo tendrá la gloria y el honor de ser el portero imbatido de todo el Universo aquel día. El poeta del número 8 marca los tiempos del equipo. Ya no desea él marcar ningún gol más. Espera que alguno de sus compañeros aproveche sus pases… pero todos están tan asombrados que fallan en el instante final. No importa. El partido a terminado con un calro y contundente 3-0 a favor.
Fin del Partido.- Todos le regalan el balón firmado. Y entonces sucede algo asombroso. Aquel desconocido número 8 firma también el balón y se lo entrega al Ángel del Fútbol. Aquel vencido y derrotado número 10 que sigue sollozando su caída y que no comprende aquel gesto. El míster está soprendido. El jugador númeor 8 se quita la camiseta y se la entrega. Se despide con una breve palabra: ¡Adiós!. Nadie comprende nada. El Poeta del Fútbol ha renunciado a seguir jugando. El míster intenta por todos los medios hacerle entender que se ha ganado la titularidad para todo el campeonato. ¡Yo sólo quiero ser marinero y cantar a las ninfas del mar!. Y se va hacia la lejana línea del horizonte oceánico.