Intocable al principio, es inexperiencia pero también limpieza, es un nunca, un brillo del cielo aún en los ojos, la esencia de la flor que aún no se marchita. Deseada y cuidada, es natural y es interna.
A veces mal entregada, a veces es arrebata. Es solo una, un sello de voluntad que retenemos por un tiempo, a veces corto y en otros más devotos un eterno voto.
Es pureza, agua cristalina sin mano humana, un cristal en bruto que no hace daño, es respeto y fuerza. Autocontrol.
Una hoja blanca sin tinta ni mancha. No es algo maduro sino tierno y puro, una cicatriz que no existe, que habrá después y no se verá.
Una playa solitaria y blanca. Una selva sin intrusos ni concreto. De acá nace la torpeza, los nervios y el temblor de piernas, la respiración cortada y el último “Por qué no?”.
Un salario sin deuda, una comida sin tocar que no se enfría. Un cofre de oro que se gasta de una vez, en un sorbo con mucho o poco morbo.