Jaime: La película “Una mente maravillosa” llevó a las pantallas de los cines la historia del profesor de matemáticas John Nash, de la Universidad de Princetown (USA) que a pesar de tener un problema grave de esquizofrenia, fue capaz de superarlo gracias a la ayuda y el amor de su esposa, hasta llegar a recibir el premio Nóbel. Casi al final de la película, protagonizada por Russell Crowe, el protagonista dice: “Siempre creí en los números, las ecuaciones y la lógica que llevan razón. Mi búsqueda me ha llevado a la física, la metafísica y la locura, y ahora de vuelta de la locura descubro lo más importante en mi vida. Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor, la razón alcanza la perfección de la lógica”.
Sólo el amor lo supera todo. Podríamos terminar la historia de hoy con esa frase tan sencilla, pero necesito escribir un poco más, porque a veces vivimos como si nuestro amor no tuviese importancia, y sólo ese amor puede dar sentido a todos los momentos de nuestra vida, incluso a los momentos de mayor sufrimiento”
(Jaime Fernández Garrido).
Diesel: Yo, sin embargo, cito a la película “Que bello es vivir”, un film estadounidense de 1946 dirigido por Frank Capra y protagonizado, en sus papeles estelares, por James Stewart y Donna Reed. El amor alivia no sólo el sufrimiento sino que nos salva de los avaros que, al final, sucumben hundidos en sus montañas de oro. Es preferible saber que el amor puede tener montañas pero son ellas las ligeras montañas que todos sabemos escalar porque son las más sencillas de entender. Esas montañas que los físicos, químicos y matemáticos desdeñan porque no son tan altas ni tan importantes, para ellos, como el Himalaya, el Kilimanjaro, los Andes o los Alpes. Yo me refiero a esas pequeñas montañas donde podemos jugar a subir a sus cúspides y deslizarnos cuesta abajo en una sencilla tabla donde montamos con nuestras esposas para jugar a que somos niños. La vida es bella, sí… y el amor es, como escribió Daniel en la Biblia: “Lo que revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz”.
(José Orero De Julián)