Hoy, en la sobremesa, he recibido una llamada de una empresa energética, para convencerme de las ventajas de sus servicios respecto a mi suministradora actual. La voz cantarina, con un suave acento latinoamericano, desplegaba ante mí las ventajas que me ofrecía. Y no dejaba de llamarme “señora María”. Cuando ha terminado la conversación, nada más colgar, me he emocionado, porque la señora María era mi abuela materna, en unos tiempos en los que el tratamiento de don o doña estaba reservado para la gente más o menos encumbrada y nadie hubiera soñado tratar con respeto a alguien sin anteponer el señor o señora. Según estoy escribiendo esto, me doy cuenta de que a mi abuelo sí le trataban como Don Felipe. Es decir, estaba un escalón por encima de su esposa.
Mi abuela, segoviana de nacimiento y madrileña por vocación, se vino a Madrid a los doce años, a casa de una tía, harta de tener que bregar con sus hermanos, todos menores que ella. En Madrid se casaría y viviría el resto de su larga vida, pues murió cuando quedaban pocos meses para cumplir los ochenta y nueve años. Por aquel entonces era todo un record. Fue una mujer muy activa, tuvo muchos embarazos y bastantes hijos sobrevivieron; no todos le pagaron bien su dedicación, pero ella mantuvo la dulzura de su carácter, su interés por la vida y el buen humor prácticamente hasta el final de sus días.
Me he sentido muy honrada de que hoy el joven latino me llamara señora María.
Es una cuestion de cultura diria yo, como bien dice “yopis” en mi país se usa el “Don” y la “Doña” cuando se trata de personas ya mayores…y aun creemos que la base de la sociedad es la familia. Cuando se pierde el respeto viene el descalabre lentamente y no se sabe quien es quien. lo que si molesta es que te llamen señora cuando no lo eres aun jejeje.
Saludos.
Gracias, Ismael, a mí también me encanta “leer”te.
Saludos.
Ay, esos que te llaman, y te molestan que no veas, pero te tratan con un respeto i-m-p-e-c-a-b-l-e. A mi me resultan insoportables, como a cualquiera, pero anda que no debe ser frustrante trabajar de eso. En fin, me alegro de que a ti te hayan hecho recordar algo tan bonito como una abuela, aun sin saberlo. Me alegro de “leer”te, Carlota.
Los latinos siempre tratamos de señor o señora a los mayores. No sé como será allí pero aquí a la gente que es mayor generalmente se le trata con muchísimo respeto… debe ser que en nuestra cultura la familia es lo central.
Son maravillosas las llamadas que empiezan como algo casi molesto y nos llevan a estas cosas. Precioso.
Saludos.
Rossana.
Pues mira, Rossana, podríamos decir que anteponer “señor” o “señora” al nombre propio de una persona sonaba (por lo menos en Madrid) poco correcto. O bien se anteponía “don” o “doña” o si no el nombre a secas. Hoy día en que todo el mundo nos tratamos de tú, eso ha quedado mucho más desfasado. Son pocas las tiendas, por ejemplo, en las que entras y una cría de quizá menos de 18 años te llame de usted. A mí me parece bien, no creo que el usted ni el tú sean los que marcan el respeto, son las actitudes. Yo tengo amigos del trabajo a los que siempre traté y me trataron de usted, y sin embargo tengo muchísima más confianza con ellos y les tengo mucho más respeto que a otros con los que siempre me he tuteado. Tampoco creo que tenga que ver con lo de la familia, es quizá una moda pero a mí no me molesta.
Hoy al comentar un texto de Diesel.. me quedé guindando del pensamiento de cómo las personas afectan a otras sin darse cuenta. Cómo a veces una llamada de un servicio energético, te alegra aunque no sea por los beneficios que ofrecen. Muy lindo recuerdo de tu abuela y curioso el caso de tu abuelo y su escalón encima de su esposa, el machismo en la historia tal vez?. Saludos latinos a la distancia Carlota, ya que puedo aprovecho jaja 🙂
Gracias, Hacaria, tienes mucha razón, a veces algo molesto en un principio acaba convirtiéndose en agradable.
Claro que el famoso “escalón” superior de mi abuelo era cuestión de machismo. Yo apenas conocí a mi abuelo, pero había tenido un cargo de cierta importancia y mi abuela “sólo” era ama de casa ejemplar, perfecta cocinera y sufridora como pocas para buscar la comodidad de los demás.
Gracias por tu comentario, saludos, Hacaria