Yo tengo un reloj de agua que me hace conocer todos los segundos que palpitan en tu corazón. Yo tengo un reloj de agua y tú una sonrisa bella que llena mis horas de minutos pautados como sinfonía de colores. Me gustas tú, Liliana, porque cuando llegas a mi lado mi reloj se adelanta varios segundos de tanto que se pone a latir. Es un reloj sencillo, muy lejano de los Rolex dorados, pero sus horas son los cantos de los pájaros, el piar de los polluelos, el suave volar de las palomas y ese pleamar de olas que surcan mi humilde bahía o esa nube pasajera que me hace un guiño en el aire y me pone a soñar. Yo tengo un reloj de agua que, submarino de la fantasía, me cuenta historias de ti.