En nombre de la libertad

Negar el progreso es abandonar la idea de libertad. Abogar por los derechos humanos es una responsabilidad de todos. Nadie puede elevarse por encima de nadie y sentar cátedra sobre el bien y el mal. Las grandes afrentas siempre han nacido de la necesidad del poder y de la manipulación de los “creyentes”. Todo parece realizarse en forma de marcha: marcha en favor, marcha en contra, marcha…Les ha tocado el turno a quienes decidiendo sobre su dimensión vital, han elegido vivir su vida y su sexualidad de un modo. La voz del poder vuelve alzarse y proclama, desde su “dogmática idea de poder” que nada es tan aberrante como “elegir ese modo de vida”. Siento una inmensa tristeza porque nadie es capaz de secar las lágrimas del dolor mientras lo produce. Está claro que la presencia de “un dios en la tierra” se hace más efectiva que la de un Infinito y grandioso proyecto de Totalidad Divina. No me sorprendo, pero siento dolor por quienes sentirán que su opción pasa a ser mote, insulto, declaración de malas intenciones. Y todo porque una nueva marcha se impone frente a la mal entendida noción de “derecho humano”.Dad al César loque es del César y a Dios lo que es de Dios…¿quizá del dios en la tierra?.

Deja una respuesta