Desde la confianza y la comodidad de pertenecer a una casta distinguida y totalmente a salvo de padecer las miserias de la vida, me opongo a ciertas leyes y, sobre todo, a la más reciente de todas, redactada ex-profeso para que cualquier irresponsable, haciendo uso de ella, impida que haya un nuevo habitante en esta Tierra. Es inconcebible que se arroguen este derecho personas que deberían dar gracias porque una nueva vida se aposente en su cuerpo.
¿Cómo voy a ponerme yo en situación de comprender qué circunstancias han llevado a esas personas a tomar una decisión dolorosa? ¿Acaso sé yo los medios con los que cuentan, su situación familiar, su estado de salud física y mental?
¿Acaso me planteo siquiera su preparación, no ya para actuar al amparo de dicha ley, sino para abstenerse de hacerlo y convertirse en alguien capaz de cuidar, educar, mantener? No me vale el razonamiento de que hay demasiados niños maltratados porque no eran deseados. No me vale conocer el peligro de la falta de una paternidad o maternidad responsable.
Nosotros, tanto religiosos como seglares, somos personas sensatas y sesudas. Sencillamente, no podemos ponernos en la piel de las que no lo son. Nuestros universos son tan dispares que no parecemos pertenecer a la misma raza humana. Sabemos que nunca vamos a vernos en una situación semejante y, si llegara el caso, lo resolveríamos de forma rápida, eficaz y, sobre todo, discreta, como siempre se ha hecho.
Nuestro objetivo es que los niños, todos los niños, nazcan, incluso aquellos que van a encontrarse con un ambiente sórdido, insalubre, falto de afecto y de atención. Lo que luego sea de ellos con semejantes antecedentes no es cosa nuestra: la Providencia velará por ellos… ¿no ha sido siempre así?
Como bien decís, Ismael y Alexis, (gracias por comentar), es un tema MUY PREOCUPANTE, es un verdadero dilema. Doy gracias a la vida, a Dios, de que nunca he tenido que tomar una decisión así. Pero no es algo que esos varones sesudos puedan decidir de un plumazo, me parece a mí. Por mucho que lo intentemos, no podemos ponernos en la piel de esas mujeres.
Como a ti me preocupa este dilema, una vida es una vida, pero y esa vida de una niña de 15 años de familia ddesarraigada y con un positivo en el tex, creo que lo inebitable se respetara, o por lo menos eso espero, si no seria peor, un besazo
Yo creo que aunque no se apruebe la ley, van a seguir existiendo gente que acuda a clínicas a abortar. Sabiendo eso la gente que se declara “pro-vida”, ¿qué es lo que buscan con derogarla? ¿De verdad que no hay nada más detrás, algún otro interés? Me parece un tema complicado, por un lado pienso que si no se aprueba dicha ley hay mayores riesgos para las personas que acuden a abortar, lo cual sería negativo. Pero si la aprueban, me entran escalofríos al pensar que la gente podría perder la sensibilidad en este tema. Pero no se, creo que nunca un aborto será una cosa que se hace porque sí, a la ligera. No me cabe en la cabeza.
De todos modos leí que los científicos se han apartado de esta disputa, pues han dicho que médicamente no hay un momento exacto en el que se pueda decir que un feto es ya una persona que siente. En fin, me pareció muy inteligentemente escrito el texto, Carlota. Un saludín.