La criatura está en la trona.
Su babero recién lavado.
Su sonrisa lo dice todo.
Junto a la criatura, una jaula.
El periquito se mueve de un lado a otro.
Junto a la criatura la jaula, el periquito baliando.
No puede escapar, la jaula está cerrada.
Le criatura mira, la criatura mira la jaula, en su interior el periquito.
La Criatura mira la jaula, su boquita babea de felicidad, su sonrisa no se mueve de sitio, la criatura en su idioma secreto, señala con su dedito al periquito encerrado en la Jaula.
Al día siguiente no habrá guisantes.
Al día siguiente en la feria, un feriante con muchas jaulas vende pajaritos que bailan y silban.
¡Jarras de Cerveza! La gente mira con sabrosa indiferencia desde la Terraza.
La criatura desde su trona, entona con su boca una sonrisa y con su dedito señalando al periquito.
Afuera gentes de partes todas, señalan con sus dedos las jaulas con periquitos. Con sus ademanes y gestos. Apuestas y Negocios.
Jaulas con animales o Animales enjaulados en Venta. Es la Feria.
La criatura, con su babero, con su sonrisa la jaula señala. La criatura señala desde la pureza, desde la Sabiduría, desde la Sagrada Inocencia. La Sagrada Inocencia que la gran mayoría tratan de castrar y machacar con estupendos discursos llenos de buenas o malas razones y múltiples consecuencias.
Allá afuera, allá en la feria, la gente señala con sus dedos desde la expectación, los periquitos volando dentro de jaulas colgadas de clavos. Fuera de la Jaula, hay otra Jaula imaginaria llena de gente que paga o cobra. Que murmura.
En la feria los Periquitos que se venden, revuelan dentro de la jaula, canturreando y revoloteando. Sin saber a donde ir. Quizás sea un tormento, pero es la Feria.
La Feria puede contener mucha Fiereza.
Mientras tanto un abuelo, viejo y huraño, un abuelo viejo y atormentado, en su domicilio mísero, de barrio acomplejado y dador de orgullosa lastimería, en su barrio donde siempre hay trapicheos, el viejo abuelo, colocando sobre la mesa, colocando sobre el hule a cuadros, sus monedas de haber vendido a sus periquitos mientras volaban dentro de su Jaula, su mesa de hule decorada con billetes de dinero.
A la mañana por aparecer, puede que llueva.
A la mañana siguiente este abuelo mísero, comprará garbanzos en la pesca salada. La pesca salada está algo lejos, pero el abuelo de zapatillas a cuadros y suelas de goma, sabe que allí a lo lejos los garbanzos son miserablemente un poco insignificantemente más baratos. Y que por allí cerca se encontrará con otro viejo para hablar de más pájaros enjaulados.
Y el abuelo viejo y huraño mira de reojo a quien le rodea, mira con sedienta ambición a sus billetes.
Cerca, en una trona, una criatura llena de Sabiduría jugando con un periquito enjaulado.
El viejo abuelo, lleva doblado un saco bajo el brazo, en su boca el cigarrillo de siempre, el cigarrillo de ayer, de antes de ayer, el de la semana pasada y apagado para no gastar. Mirando rincones de la ciudad, buscando algo para poderse llevar a su miserable casa llena de jaulas con periquitos para vender en una cualquiera Feria.
Y por allí cerca, en el barrio acomplejado y presumido, donde las casas por detrás huelen insoportablemente a detergente de lavadora y a pescadito frito, una criatura diferente y sabia mirando al periquito volando en su jaula, sin escapatoria.
Y ya desde muy niño, siendo enseñado a enjaular pajaritos, para que poco a poco pierda la Inocencia y se convierta en un buen fabricante de miedos y temores.