Estoy sentado a la izquierda del profesor Don Florencio. En el otro extremo, los de la derecha sólo son una “panda” de vagos nada más. Liderados por Emiliano, allí están, viendo pasar el tiempo, los Sarkozy, Córcoles, Nígel, Verde, Lence, Guillermo y algún que otro “espía” que vigila desde las bancas de atrás. El ultraderechista Miño, que estudia junto a Chacón “El Chapista” y Pozo “El Peluquero” (!y me entra la risa cuando me acuerdo de aquello!), está intentando reclutar adeptos para su causa falangista de “flechas y pelayos” y le ofrece la capitanía a Emiliano quien, rápidamente la acepta. !Yo no!. Yo huyo como de la peste después de haber visto “Bienvenido Míster Marshal”. No me interesa para nada la causa de los fachas falangistas y sólo estoy pensando en mi Princesa. Los de la derecha están perdiendo… están perdiendo el tiempo si creen que voy a ser tan gil como Emiliano de vestirme como un niño gil al mando de un gil vestido de níño. Don Florencio, mientras tanto, seguía leyendo y coleccionando mis redacciones escolares.
!Vaya “panda” los de la derecha!. !Vaya pandilla de vagos a los que se afiliaron después Bonifacio y Máximo olvidando quien les había dado la libertad en lo de los juegos y la vida social. Adrados, mientras tanto, pintaba cuadros de todas aquellas escenas; mientras Muriarte cantaba lo de “Marcelino pan y vino” en sol menor porque su voz no daba para más. Yo seguía mi camino por la calle Narváez mirando de reojo y a hurtadillas (!que no era cuestión de que me pillase en tales menesteres el cura “Perra Gorda” de los Sacramentinos de Sainz de Baranda!) y, un día, por pura valentía, me intoroduje en la Casa Grande donde el falangista y fascista Miño tenía sus “cuarteles”. Lo único que vi en la Casa Grande de la calle Narváez fue basura fascista y algún que otro paleto lozano. Vaya tiempos aquellos de la “panda” de vagos de los de la derecha. En aquellos tiempos ya empezaba a cantar Manolo Escobar aquella canción tan famosa de “Los Emigrantes”. Así que cansado ya el viejo maestro, decidió dejar de dar clases a los bachilleres y yo, entonces, crucé de nuevo la raya (seguido por Vaquero). Raya. !Era sólo cuestión de echarle valor y cruzar la raya para ver qué le sucedía al Tonto de Ruano, al Tonto de los Patines (que se creía un ligón en El Retiro de Madrid cuando sólo era un “tres cuartos” nada más y ademas descosido por todas partes y compañía. La raya que había que cruzar para dejar en el olvido a Miño, a Chacón, a Pozo, a toda la “panda” de vagos de la derecha y a aquellos “neutros” como eran Álvarez, los Aguinaga, El Gitano… y los traidores judas llamados Garzón y Matas.
Allí, en la Academia Altamira, demostré a más de uno, de dos y de tres… !cuán equivocados estaban conmigo!. Así que tras dar un taconazo a lo Di Stéfano me negué en rotundo para formar parte del equipo de Municio y sus adláteres del entonces descampado barrio de Moratalaz. Don Florencio confiaba en mí y sabía que podía salir ya adelante sin su ayuda. Sóño me bastaba la ayuda de Dios. Les derroté ampliamente cuando El Guti (hijo de frutero nada más) tuvo que reconocer públicamente que yo llevaba razón y que no eran los porteros suplentes del Real Madrid, Berasaluce y Bagur como decían todos aquellos “fachas” casi sifilíticos más de uno de ellos, sino Fermín y Piñol como yo afirmaba. !A buenas horas Mangas Verdes!. Y una vez demostrado que jamás jugaría con los Ruano, los Guti, los Municio, los Moracho ni incluso con el tonto del Mochales (y Siqueiros y Vaquero y Abarrátegui y otros más fueron testigos presenciales,, les dí unos cuántos baños de cultura a cada uno de ellos que hasta “el cura filipino” se quedó “flipado” (pero no me iba a mi a suceder lo que le sucedió a mi amigo Gamarra que se los habían llevado para hacerle monje bajo el visto fueno del fascista Monje).
Y hasta luego… en otra página de mis Diario diré quiénes eran en realidad los “guaperas” Jimy e Iglesias y el flacuchento, pálido y patético Aranzana. Que lástima me da de recordarles porque quiseron hundir a mi querido Deportivo Olímpico `porque sólo sabían “mariposear” en vez de jugar al fútbol Pero eso es otra historia