Antes de hacer una breve crítica positiva del libro “La condición humana actual” del psicólogo Erich Fromm (1900-1980) que está considerado como uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, por su capacidad para conjugar la profundidad y la simplicidad en un estilo accesible y transparente, me parece muy oportuna la sinopsis que aparece en la contraportada del libro y que dice así: Este libro examina con detalle algunos temas de fundamental importancia para el hombre de hoy (el sexo, el psicoanálisis y la psicología, la revolución y la paz..) a través de un análisis pormenorizado de las perspectivas de progreso que abrió la caida del mundo medieval -destrucción que permitió al hombre occidental la posibilidad histórica de un progreso sin límites, de una auténtica realización de la utopía- y de las causas de esta trayectoria inesperada.
El hecho es que las sociedades modernas requieren un determinado tipo de hombre para funcionar y el “identidismo moderno ha tenido éxito en la producción de esta clase de hombre: el autómata, el hombre enajenado”. El ideal de este hombre-autómata, añade Fromm, es que todo transcurra de acuerdo con el viejo slogan de Kodak: “Usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto”. Su razón se deteriora a la vez que crece su inteligencia. De este modo, y como dice el propio Fromm, lo más urgente es huir de esta situación y crear un nuevo hombre que debe ser “temerario, valiente, imaginativo, capaz de sufrir y gozar”, pero cuya fuerza esté “al servicio de la vida, no de la muerte”.
Empiezo señalando que Fromm ha dividido el sumario en 7 capítulos: “La condición humana actual”, “Sexo y carácter”, “El psicoanálisis: ¿ciencia o línea partidista?”, “El carácter revolucionario”, “La medicina y el problema ético del hombre moderno”. “Sobre la limpieza y peligros de la psicología” y “El concepto profético de paz”.
¿Por dónde empezar a hacer una crítica positiva del libro?. Sigamos algunas líneas maestras con el orden establecido (sin ser exhaustivo para no desentrañar toda la lectura del libro). La liberación de las ataduras de los poderes fácticos medievales (Iglesia autoritaria, peso del pensamiento tradicionalista, limitaciones goegráficas, continuas guerras entre países vecinos, etc.) creció en una especie de tiempo para desarrollar la libertad de las horas del ocio. Sin embargo, lo que parecía humano no se realizó durante los siglos XVI, XVII y XVIII por culpa de las guerras y los conflictos egoístas de los gobernantes de los países.
Así fue cómo llegó el siglo XIX en medio de la explotación de muchos hombres por unos pocos. Y hoy, todavía, dependen muchas libertades del consumo materialista: comprar y vender es lo más importante para el hombre actual; hasta el punto de que él mismo se ha transformado en un producto de consumo. La industrialización que tanto depende de la gigantesca burocracia creada a su alrededor por los intereses de grupos personales y no sociales y la estandarización de las tipologías de los trabajadores atados a la cadena de lo meramente mercantilista, es el hombre autómata cuyas fuerzas vitales sólo son enajenaciones materialistas y sin espiritualidad alguna y, por lo tanto, falto de significado personal.
La personalidad se encuentra en muchos hobmres de hoy con sus enajenaciones materialistas; algo que ya se podía leer en la obra “Un mundo feliz” de Aldous Huxley que recomiendo que la leáis también de forma pausada para comprender mejor lo que estoy explicando. Porque si desde niños y niñas nos inundan con que “hay que gozar hoy porque del mañana no sabemos nada o mañana puede ser tarde” (lo cual es una pantalla deslumbradora que ejerce influencia de alienación de las masas ya que el mañana siempre es la consecuencia de lo que hacemos hoy) resulta que quitamos las facultades a esos niños y niñas de saber cómo vivir realmente con personalidad propia.
¿Qué se puede esperar de un futuro así, basado en el “goza todo lo que quieras hoy sin preocuparte del mañana” sino un vuelco total a los valores válidos y valiosos de la vida ética y moral que propone el Cristianismo?. El Cristianismo dice vive hoy parque cada día tiene su propio afán, pero está señalando que vivas con la ética,la moral y los valores impontantes, y sepas cuáles son los límites que hay que dejar para vivirlos mañana; porque, de lo contrario, caerás en un robotismo en forma de egoísmo y de falta de conciencia social proque no te preocupas de lo que sucede a los que están a tu alrededor sin saber que, de pronto, puede ser tú quien tenga la necesidad de ser ayudado por los demás. Es necesaria una nueva revolución humanitaria (no digo humanista sino humanitaria) para crear una nueva humanidad que sí se preocupe de lo que pasa a sus semejantes. Porque lo vivido hoy, en su mayoría, es la deshumanización del humanismo. Si queremos recuperar al ser humano debemos vivir de nuevo con los valores de los principios cristianos como fundamentos esenciales cara al progreso dentro de la globalización mundial en la que ya hemos entrado.
El libro de Erich Fromm acierta plenamente en su último capítulo porque nos presenta algo esencial que, por fin, puede hacernos interpretasr la paz y el progreso. Me estoy refiriendo a las citas bíblicas a las que recurre Erich Fromm y que son las siguientes: 1 Samuel 8, 4-22; Isaías 11, 6-9; Isaías 35, 5-10; Isaías 43,19-20, Miqueas 4, 3-5 e Isaías 19, 23.25. Lee esos pasajes del Antiguo Testamento de la Biblia y comprenderás muchas cosas de lo que está sucediendo en la condición humana actual.
En definitiva, un gran libro de tan sólo 142 páginas para leerlo despacio, pausadamente, quizás tomando un café… yo al menos a veces lo hago así… y, sobre todo, para hacer una gran reflexión de este último capítulo bíblico de Erich Fromm que demuestra, con ello, conocer perfectamente qué es el Cristianismo verdadero aplicado a la condición humana actual. Libro muy recomendable y mucho más para quienes deseen tomar conciencia de quiénes sómos y en qué podemos transformarnos. Me parece un libro muy bueno e interesante. Su lectura es completa, sencilla y muy significativa de cara a ese futuro que ya estamos viviendo.