No necesito dos palillos para mantenerme despierta en las noches,
a veces solo es necesario unas cuantas horas extras para dormir en el día y resistir en la noche.
No es necesario unas cuantas tazas de café para ver cómo las horas del reloj van marcando las 10, las 11 o las 12… o en ocasiones la 1 o las 2 y las 3 de la madrugada.
A veces solo es necesario un poco de compañía musical, esa que despierta el ánimo o trae a colación al pasado. Ese pasado que siempre viene acompanado de una canción, de un autor, de un cantante, de una melodía, de una frase, de una composición. De la alegría, de la tristeza, de la sonrisa y la picardía, de la lágrima y la herida, del placer y el clímax, del dolor y la angustia, del azar o la circunstancia.
No se necesita tanto esfuerzo para estar despierto a la madrugada, porque es nuestra aliada, porque bajo el cielo negro se ocultan nuestros más grandes deseos. Porque parece que estamos solos y encerrados en cuatro paredes que no escuchan, pero son testigos de nuestros desvelos.
Las canciones formaron siempre parte de nuestras vidas, nunca dejaron de contar las historias repetidas de los transeúntes de la vida, nunca dejaron de parecerse a nuestras vidas, cada vez más consumidas y experimentadas en el calor y el frío del amanecer y del anochecer continuo, cada vez más pensadas y calculadas, pero menos vividas, como debería ser.
Y como las canciones siempre formaron parte de nosotros, ahora las traemos a colación, porque no queremos escucharlas solos, incansablemente, en un cuarto de habitación, sino, que buscamos a alguien para que las escuche y así, no sentirnos tan perdidos en nuestros propios mundos.
Y compartimos, hasta altas horas de la noche, pero eso no importa. Nos gustaría, en especial a mí, que no fueran sólo noches, sino días de incansables melodías, de tratar de memorizar las letras, para retener en la memoria esos pasajes imborrables. A veces la memoria es traicionera y que mejor que una canción nos haga acuerdo de eso que no queríamos que se nos olvide.
Por eso, no hace falta dos palillos o un café para pasar largas horas, en la negra noche, escuchando a la par, canciones que nos recuerdan a ti y a mi, en varios momentos de la vida, en que decidimos dejar por largas horas a Morfeo y entregarnos a la noche con canciones que nunca dejarán de recordarnos aquellos momentos, en que las canciones fueron nuestro mejor pretexto para hacernos compañía.
3 comentarios sobre “Una noche y mil canciones”
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Me gustó mucho Maud. Una y mil canciones… una y mil ideas… una y mil noches en lugar de mil y una noches… uno y mil aplausos a tu arte, Maud.
los parajes de la eterna compañía; como decía nietszche, sin música no concibo la vida. te invito a escuchar una más… salud
Love is Music..music is love que diría lennon.Music is power Maud!Un abrazo