A las nueve de la Noche

La oficina va a cerrar ya mismo, en la calle hace frío y para colmo falta poco para que empiece la película de terror ,y María del Mar es una enamorada de ese tipo de películas que tanto afectan y condicionan a ese niño tan necesitado de paz y cariño, que llevamos en nuestro interior.

Ella sale de la oficina con prisas, debe llegar antes de que empiece lo que le atrae; paredes mugrientas, fracturas de huesos, asesinatos, amputaciones, hemorragias, gritos, llantos, estados depresivos, y malos tratos.
El ascensor del edificio se avería entre dos pisos, no hay nadie con ella, su garganta traga saliva por la asfixiante situación…
¡Por fin!, el ascensor reanuda la marcha vertical…En dirección a la calle.

Su caminar es presuroso como si huyera de sí misma hacia algo que le ajustará las cuentas. Decide que adentrarse por el callejón le ahorrará unos valiosos minutos.
Aún en la calle, al adelantarle alguien desde atrás se sobresalta por la súbita e inesperada presencia y emite un pequeño y contundente grito, el individúo ni se inmuta, acostumbrado ya a ciertos comportamientos de ciertas personalidades.

Tras el susto sigue caminando. Su cara está contrariada, su ritmo cardíaco apresurado.
Al girar para entrar en el callejón algo la frena, se trata de una silueta más al fondo, la escasa iluminación le impide ver con claridad.
Hay un individuo apoyado en la pared del estrecho pasaje, posiblemente tomando el fresco. María del Mar se lamenta y opta por salir otra vez a la calle principal e ir a su casa por el camino de siempre…Pero por ese camino se le hará tarde.
¡Caramba! Protesta el mecanismo de las quejas. Por el callejón no ha podido ser.

La televisión no espera, la película ya ha empezado, y ella… está metiendo la llave en la cerradura. Un giro, dos giros, la puerta se abre. Entra en casa, pero…
Aprieta los dientes en señal de resignación.
¡Hay un problema!
¡María del Mar tiene un problema! ¡Con tantos problemas auténticos como hay!
¿Dónde está el mando a distancia? ¿Dónde? ¿Dónde? ¡Piensa! ¡ Vamos Piensa!
¡¡Aquí está!!
¡Ya lo tengo!
¡Ya lo tengo! ¡Por fin la película de terror! ¡Oh, que bien! ¡Sufre niña! ¡Sufre!
¡AAAAH!
¡El mando no tiene pilas!
¡Dita sea! ¡Maldita película!

¡Al carajo con la película esa de las narices!

María del Mar estaba muy nerviosa con todo aquello, demasiadas cosas desde que faltara poco para salir de la oficina hasta expulsar todo la resignación.

Con la experiencia, la reflexión, la indagación… fue cambiando, y empezó con que ciertas aficiones dejaron de interesarle, decidió cuidarse también por dentro, incluyendo lo sutil y más inadvertido.

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